Cuando era pequeño, había una frase publicitaria que decía “hemos llegado al fondo del barril.” Siempre me recuerdo de ella. La frase hacía alusión al petróleo y la escasez de éste, y por eso lo del “fondo del barril.” Desde ese día ha llovido bastante y seguimos con el petróleo, aún habiendo fuentes de energía más limpias y en armonía con el ambiente. Pero, los grandes intereses se achantan en su silla cómoda y poco le importa. Sin decirlo, asumen la actitud de “que se joda el mundo mientras yo esté bien”.
Pues sepan que la frase “estamos llegando al fondo del barril” puede aplicar a un sinnúmero de situaciones. Entre ellas, el requetecomentado y ya “ad nasium” tema de la Universidad de Puerto Rico. Los sucesos, ya varios y en alzada, me traen a la mente la canción de los 70 llamada “Mr. Con Macana”, interpretada magistralmente por Roy Brown. Dicha canción aludía al policía bravucón que abusaba del pueblo con la maceta en la mano.
Hoy día, asumo que con los adelantos tecnológicos la macana es más dura y los esteroides que se meten algunos agentes policiacos son más potentes. A eso, súmele el uso indiscriminado de “pepper spray””, gases lacrimógenos, llaves de jujuitsu para aniliquilar la carótida, balas de goma y uno que otro toqueteo lascivo a alguna estudiante arrestada. Es decir, el combo ahora es “agrandao” para lograr intimidar y hacer que los ratones corran despavoridos.
En contraste con esto, recuerdo también la imagen de ese policía protector y servicial a la comunidad, que yo visualizaba de niño. También les digo que hoy mi hijo es fanático de los Superhéroes, pero cuando nació, hasta los dos años, era fanático número 1 de la policía. Los buscaba por todos lados, al punto obsesivo. Eran sus héroes y no dudaba saludarlos en cualquier oportunidad posible. Hoy, con 4 añitos, vio las imágenes de los policías dando macanazos a son de 5 policías por 1 estudiante y nos preguntó si los policías son buenos o malos. Si una mente inocente ve esta impactante realidad, le choca y duda, pues nada más con el testigo.
Una cuota, si una cuota de 800 pesos. Para algunos es nada y para muchos es todo. Pero se han metido con una gente joven, libre, osada, creativa, que se las juegan fría y con gallardía total. La mayoría pacifistas, que protestan con coraje e indignación. No son analistas intelectuales de radio, ni periodistas incisivos, ni abogados astutos, es más casi todos, al no tener grado universitario, son considerados como que tienen solo 4to año de escuela superior. Pero, pueden algunos de ellos, con su pasión, entrega y convencimiento, pueden “llevar a la escuela” a cualquier dignatario de una nación industrializada. ¿Por qué? Pues simplemente porque por su causa, por sus ideas, por su academia y por su universidad, son capaces de dar la vida. Lamentablemente, así pasó ya el 11 de marzo de 1971.
Estos “muchachos” no tienen intereses creados como pueden tener los sindicatos; tampoco defienden barriles de tocino, ni grandes contratos o igualas de notaria millonaria. Defienden su causa y punto, y se van hasta lo último por ello.
A nivel de novela, es interesante. El blanquito bravito, “envalentonao” más bien, en guagua de 100,000 dólares vs. el pelú, comunista si quieres, en volki estartalaó, con el tatuaje del Ché “marcao” en un brazo. Para muchos, se convierte en un entretenimiento en un país que se dedica a eso, a escuchar noticias y vivir en la fantasía de escuchar tragedias ajenas, sin hacer nada al respecto.
Lamentablemente, todo tiene su precio. No solo se pueden perder vidas, sino que se divide un pueblo en bandos, en grupos y estalla una guerra civil emocional y sicológica, que puede ser peor que una guerra civil con armas.
El “vamos a dialogar” ya está gastado. Son fuerzas de extremos que chocan unas con otras y con rumbos inciertos. Es una guerra que aparenta estar basada en la insensibilidad de los poderosos y que a costa de una alegada recuperación económica destruye todo aquello que se interpone. Es como dirían en el mundo militar- “casualties of war”” o “el fin justifica los medios”, según la obra “El Príncipe “ de Maquiavelo.
Hay días que pienso que es todo una mera falta de entendimiento de ambas partes, como ocurre en el seno de las familias, y que todo se resolverá con un abrazo fraterno. Lamentablemente, sucesos como el día de ayer, 9 de febrero de 2011, donde se macaneó sin ningún pudor y con abuso total, y la ausencia de líderes que se van en un avión a “tomar té” al Norte, me traen a la triste e innegable realidad.
Esperemos que el supuesto propósito de buscar ley y orden, según alegan las autoridades, no rebote como “boomerang” y provoque la peor tragedia en la historia de la Universidad. Dios los y nos proteja de llegar al “fondo del barril…”
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