Habia una vez un ermitano que vivia en un Castillo de 21 recamaras. Siempre estaba ocupado con problemas, apenas sonreia. Habia nacido en el pais de las lunas donde nadie sonrie, donde ser serio es parte de la cultura general.
El ermitano tenia su rutina, su modo de interactuar muy particular. Estaba solo por decision propia, no siempre habia sido asi pero ya se habia acostumbrado a su soledad.
Sin planearlo o quererlo fue visitado por la princesa del sol. Ella habia nacido en el pais de los soles, siempre reia y hablaba a borbotones cuando le parecia. La princesa del sol tenia un plan, con la ayuda de un brujo semi calvo se apoderaria del ermitano. Lo haria suyo, lo alejaria de la soledad y lo haria feliz.
El plan fue funcionando poco a poco. El ermitano ya no era tan serio aunque era inevitable su seriedad ya que era parte de la cultura general del pais de las lunas.
Paso el tiempo y el ermitano y la princesa del sol de enamoraron. Tiempo despues nacio un duende de la luna y una duende del sol producto de la relacion. Viajaban, sonaban, peleaban y se abrazaban en grupo y el pais de la luna y el pais del sol se fue fusionando en una mezcla extrana nunca antes vista. Tan rara era esta combinacion que ni el brujo semi calvo pudo entender y menos ayudar.
Con el tiempo, la princesa del sol quiso cambiar. No se acostumbraba a la dosis de seriedad que el ermitano irradiaba en ella. Se fue alejando poco a poco y el ermitano no se daba cuenta. La seriedad del ermitano comenzo a crecer y su vida comenzo a volver a la soledad.
Y, un dia el ermitano desperto. Estaba solo en ese mundo que siempre conocio, el de las lunas, el de la seriedad, el del Castillo de 21 recamaras.
Pero, el ermitano penso. Y abrio todas las ventanas del Castillo y suspiro. Y vio el sol y penso que sin plan alguno la alegria volvera y alguna princesa del sol lo visitara y nuevamente se fusionara el sol y la luna hasta la eternidad.
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