Esa guitarra clásica que suena, armoniosa, sola debajo de esa luna llena, guitarra sin acompañante, amante de Bach, que serena el cansancio nocturno y arrulla la pesadez del día. Y llega ese piano, solo sin acompañante, y mese sus teclas, amante de Mozart, y arrulla mi espíritu, y canta al compás de esa luna llena. Guitarra y piano, maestros, modo ideal para seducir y amar a la doncella silente.
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