Sabes, parece que la tuviera, esa prisa. Pero no la tengo. Esa prisa por conocerte, por estar contigo. El deseo y la urgencia existen pero la prisa no. El amor va despacio, unido al respeto y la consideración. Es un proceso lento, de poco a poco, aun con el deseo y la urgencia. Se aprende a conocer, a dar tiempo, a dar espacio, aun en el deseo y la urgencia. Es un convencimiento lento, justo, sosegado, sensato. La prisa en cambio arruina eso, y confabula contra lo duradero y genuino. Y finalmente ese proceso de conocer y convencimiento culmina y abre las puertas al deseo y la urgencia.
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