Hunza podía ser destructivo, pero ejercía de algún modo el auto control. Odiaba la ignorancia y el egoísmo y menos toleraba la agresividad de la civilización. Hunza estaba en otra sintonía, semblante serio y sereno, pocas palabras y molestia momentanea ante los estímulos extraños. Hunza quería ser libre y solo alcanzaba momentos momentaneos de ello. Vivía en silencio, alejado, indiferente ante la indiferencia, vigilante ante el ignorante, y combativo ante el agresivo.
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