Lejos del intelecto, del llanto y de la risa. Sujetado de la mano por la soledad y esa paz que mencionan. Alejado de las ninfas, listo para dar una zambullida en ese mar infinito. Llegas tu, incomprendida y dolida, meciendo mi alma errante y también dolida. Me sumerjo en esa agua, sin mirar a nadie, tiro el puño al viento y maldigo a la vida. Y me aquieto, y vuelvo a ser niño, rodeado por ese silencio y La Paz que todos mendigan.
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