Se manifestaba en varios rostros y cuerpos. La intercalaba, tratando de reconocerla. A veces era simpática, a veces lo contrario. Cada vez que la veía me urgía hacerle el amor por todas partes. Ella cambiaba de nombre y de lugar de encuentro. A veces era malvada, y a veces lo contrario. A fin de cuentas, todavía no definía quien era aquella que dormiría a mi lado
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