En la noche, a eso de las 9:30, Hunza golpeaba el saco. El saco era su amigo y su enemigo. Hunza le daba repetidamente con guantes y sin guantes. Puños, patadas, rodillazos, codazos y filo de la mano daban de manera certera y veloz al saco. A corta y larga distancia lo azotaba, y Hunza movía el saco como un péndulo dejando que se le encimara y le diera para luego golpearlo violentamente. Hunza comenzaba lento y aceleraba el ritmo drásticamente. Los brujos y las brujas lo miraban con detenimiento y asombro y buscaban provocarlo de diversas maneras pero Hunza mantenia su concentración intacta. Hunza era experto en la pelea cuerpo a cuerpo y sus manos, codos y brazos eran los más rápidos del Himalaya
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