La ciencia contra el espíritu. El milagro contra la crudeza de la vida. Cayó de su cama en el mundo de los sueños. Un golpe seco en la sien fue el comienzo del final. Su foto pícara y precoz apareció por diez días en los diarios. Se debatía la desconexión, la negación y angustia del padre y la madre aumentaban como locomotora sin control. El misterio de la vida y la muerte aparecía nuevamente, en lecciones difíciles de digerir y de aceptar. Una vida que comenzaba y de repente termina, para entonces volar a mundos incomprendidos y mágicos. Los que quedan acá deberán continuar, sin ápice de ganas, sin apenas fuerzas para algo. Sin apenas fuerzas para sanar, sin apenas fuerzas para llorar. Pero, de alguna manera los días pasarán, el y los ángeles se manifestarán, y los bálsamos distantes se acercarán. Solo queda esperar, vivir sin prisa, saborear lo salado de esa lágrima, que se transformará y servirá de puente para llegar a ese lugar donde él está.
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