miércoles, 23 de enero de 2013

Esperanza


Si, es el Comandante en Jefe.  Lee The  Economist, New York Times y los diarios locales e internacionales y se reúne con su estaf.  Quizás lee la biografía de Chávez y de Obama.  Ella, si, es parte del Staff del Comandante, del Gobernador, muy ilustrada en temas de finanzas y le gusta la sección de arte y cultura.  Aquel, si, es el asesor legal en asuntos laborales.  Está al día en la última jurisprudencia y ojea con gusto los artículos relacionados a la política internacional.  Pues digo, hay personas que tienen circunstancias que le obligan a estar al día y lo hacen con gusto, pienso.  Claro, son parte de un equipo que crea  política pública, reciben salarios privilegiados y se tongonean en la palestra pública.  Lindo sería que en una entrevista de radio o de televisión pecaran de brutos al estar perdidos en el aire en cuanto a temas locales y mundiales.
En el otro lado, nosotros los mortales, que se dividen en los wanabí del Grupo Uno, que aspiran a verse obligados a leer el Washington Post o leer la biografía de Nelson Mandela, o ir a Brooks Brother’s a comprar camisas de vestir a $109.99, en especial.  O, están los del Grupo Dos, los que viven  en el confort zoun, que no miran ni hacia arriba, ni hacia el lado, ni hacia abajo, como los monitos de las postales.  Si, esos que no opinan, leen solo los titulares de Primera Hora una vez o dos en semana y van al cine una vez al mes.  Peor aún son los del Grupo Tres, los amargaos, que no creen ni en Chávez, ni en Obama, ni en Buda, ni en Cristo.  Son una bomba de presión, a punto de explotar, a punto de encolerizar, a la menor provocación. Y los del Grupo 4, los ultrapositivos, los que viven en las nubes, amantes del New Age, que van a conquistar el mundo y escalar el Everest. En resumidas cuentas, en este grupo amplio, que se subdivide en cuatro, y quizás en más de cuatro, nos ubicamos muchos, flotando, entre días, donde un lunes puedes ser del Grupo Uno, el jueves del Grupo Dos, el domingo del Grupo Tres, Dios nos libre y el sábado del Grupo cuatro. Oscilamos en estos grupos dependiendo de cómo nos levantemos, o cómo nos traten, o cómo se comporten los neurotransmisores en nuestra humana y frágil corteza cerebral.
De cualquier forma, en mi caso, trato de leer el periódico, oír A.M. por las mañanas y a veces por las tardes (Fuego Cruzado) por un corto rato al salir de la oficina y de camino a la casa, trato de heredar de mi padre camisas de Brooks Brothers y si no de Ralph Lauren, o quizás me lea alguna biografía, preferiblemente de Pedro Albizu Campos o Gandhi o Betánces, o Luther King, o de alguien en esa vecindad.  Pero, en esos días domingos del Grupo Tres, Dios me libre, que puede caer un martes también con la menor provocación, Dios me libre otra vez,  que fue como ayer ante la pasmosa rutina, ni Albizu, ni una camisa nueva de Brooks Brothers, ni el mejor jugo de manzana de la ciudad, me pueden complacer. ¿Y porqué? Pues pienso que puede ser que la válvula de escape, que busca soluciones, dinero, más auto-estima y status, y paz interior, se desconchufló.   Y entonces, si hoy es igual que ayer, o antes de ayer, y mañana es igual a pasado mañana, ¿porqué el afán de estar informado, de seguir el tracto político y social y usar la corbata que a veces venero y a veces odio?
Pues, no sé, la esperanza es lo último que se pierde, o úrtimo como diría Don Eleuterio.  Si no hay afán, si no hay ánimo de escuchar la plática social o política en A.M., si no se tiene la esperanza de heredar una camisa de Brooks Brothers o comprar alguna algún día, y se pierde el ánimo de brincar o de saltar o de reir, pues voila, te jodiste, te moriste en vida.  Si, porque estar vivo conlleva eso, vivir, aún en la frustración, cuando te cortan el celular, o la compra de la nevera se empieza a desintegrar.  Pero, la esperanza te lleva a soñar, y pensar, que algún día estarás en la obligación de leer el New York Times.





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