lunes, 15 de julio de 2013

Once y treinta

Once y treinta de la noche.  Hora de dormir, manana hay trabajo, podria seguir hasta las 2 am quizas las 3.  Once y treinta de la noche, hora de ver si mis hijos duermen bien.  Lo olvide, hoy no estan aqui, quizas en tres o cuatro noches pueda hacerlo, o quizas cinco o seis.  Si, ver sus rostros mientras duermen, velar porque no se caigan de su cama al dormir, dar rondas de madrugada y ver sus rostros dormir y yo tambien dormir.

La vida es asi, hay momentos que ocurren, extranos, de pasar la pagina, de tirar la sensibilidad a un lado para asi poder continuar.  Hora de pensar que podras hacer lo que te gusta, pensar que otra persona surgira, pensar que es un empezar y un proceso de evolucion.  Si, asi debe pensar  el adulto, el que se separa, de no dar vuelta atras.

Y, que piensa ese nino o nina?  Que piensa al dormir a las once y media de la noche?  Piensa algo?  Pensara que es un proceso evolutivo, de volver a empezar, de hacer lo que te gusta en tu tiempo libre y que alguien nuevo surgira? O extranara lo que ya  no esta?

Y, como se minimiza el dano? Se podra minimizar?  Esa terapia sicologica , ese amor compartido, de diversos escenarios y circunstancias, es suficente para minimizar?

Sera que pienso demasiado, que me preocupa demasiado esa ronda inicial de las once y treinta de la noche para ver como estan y ser testigo del rostro inocente que duerme?

Mundo moderno, de Macondo, mundo donde no hay hora, donde las once y media de la noche es un  numero en el espiral, en el segundero de un reloj que duerme, que esta en lugares diferentes, en puntos cardinales que quizas no coincidiran.

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