Hunza fingía el dolor, fingía la lagrima y la risa. Hunza vivía en su mundo propio, con roces ocasionales con los civilizados. Hunza se ejercitaba y descansaba, lo otro no le interesaba. Aprendía del mar, del viento y de los arboles, de los libros poco. Pertenecia a la cordillera de India y Pakistán, no al lugar donde estaba.
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