viernes, 31 de diciembre de 2010

La Tertulia


En estos días tengo varios temas en la cachuela, digo en la cabeza. Es que tengo que hablar fino pues aunque tengo en mente escribir de algunos temas, el happening del otro día conlleva finura y recato.

Hace unas semanas una escritora famosa, amiga de mi esposa, de la cual me reservo el nombre, nos invitó a una tertulia o como dirían los del Norte, un get together.  Estabamos sin los gorditos, como le decimos a mis mounstritos, digo mi hija e hijo.  Estábamos libres por dos horas y cuarenta y tres minutos (en realidad no se por cuanto pero ese número suena interesante tipo película de James Bond).

Ibanos, digo íbamos, recato por favor, por la Avenida aledaña a WAPA TV buscando el lugar de encuentro.  Fuimos de lado a lado de la avenida seis a siete veces tratando de localizar el chavao, digo, el distinguido edificio.  Cada vez que pasábamos la estatua de Don Luis Vogoreaux, que en paz descanse, parecía que nos miraba y decía, estos están más bizcos que un juey, por lo perdidos que estábamos.

A mi esposa, persona de “grandes ocurrencias”, le vino a la mente preguntarle a su hermano la dirección del edificio.  Su hermano nos había llamado por teléfono en esos momentos, tan oportuno como siempre, como chava chendo. Es que casi no llama pero cuando llama… Por mi madre, cuando llama es en momentos cuando tengo la neura al reves, o la nena atacá llorando al hombro o en emergencia biológica a la segunda potencia.

El muchachon nos llamaba desde Connecticut o Pennsylvania o Nueva York, que se yo de dónde, ya que se muda a cada rato.  Mi esposa le dijo: guguleame el edificio Caparra Classic. Yo de presentao le dije Caprice Classic, haciendo alusión a un carro americano con nombre parecido- yo en mi viaje habitual.

A mi me pareció absurdo. Él por allá, nosotros al lado del lugar y el guguleo dio con el lugar.  Estaba metido por un tunel que entra por la Farmacia El Amal, a quién se le ocurre. Mi cuñado, amante de los beutiful people le decía a mi esposa que le dejara saber del decorado y arquitectura del condominio y a mi me sonaba la tripa.  Hay, perdí el caché nuevamente.

Entramos al castillo.  Era nuevo y esplendido, digno de nuestra categoría de cachanchanes incorporados.  Eramos unos cachete buster o figureo crashers. A mi me dio con criticar el ascensor diciendo que le faltaba espejos. Qué, me creía que estaba en un Motel?

Entramos al evento.  Los beautiful people estaban allí como ángeles en el cielo cuando te vas en el túnel cuando vas a morder la polvoroza (chico que te mueres, qué idioma tu hablas?).  Nos presentaron a una dama exquisita, como de 70 pero peinada, maquillada, esplendida.  Ella nos dijo a la soltá que había estado en siete safaris. Wow, que heroíca.  Luego, que su esposo era un junkie de valium, sanax y pain killers- doble heroíca.  Me tenía enamorado con tan sutil y profunda conversación. Ella era alumna de la escritora y quería explorar el tema de la violencia doméstica- triple heroína, me tenía al punto del extasis esta señora.

De momento, me presentan a un sacerdote. Qué carajo hace este tipo ahí? Parecía un escultor bisexual, o un millonario publicista.  Que sotana ni hábito, él vestía un regio traje oscuro con zapatos de diseñador.  Nos habló de la liberación del hombre y que visitaramos su Iglesia donde ricos y famosos asistían.  Nos dio un pequeño brief de esos artistas como si fuera algo importante. Al filo de las nueve se despidió diciendo que había sido una noche exquisita.  Se despidió y al pasar me toco el hombro de manera lujuriosa.

Ni hablar de los piscolabis (así se dice?)  No, esto no era de dip de jamón con piña o de sanwichitos de mezcla o de Doritos con queso derretido. Menos aún Padrinos de Coca Cola con la ordinaria nevera sucia llena de hielo tirada en una esquina.  No aquí era a nivel de mozos, suchi, y entremeses que ni me acuerdo, pero eran de alta alcurnia, Había un chef en la cocina, rubio y anglosajón. A nosotros, diz que vegetarianos, nos trajeron una ensalada echa a la medida, ni mucha ni poca, tambien de 5 estrellas. Champagne claro está, pero yo preferí agua.

De momento vi fotos y la dueña del apartment allí retratada con Sila calderón.  No, iba a estar retratada con Chencha la Cortá. El aposento tenía vista a la ciudad.  Finalmente, el punto culminante de la velada, dialogamos un rato con el homenajeado, un escritor español ganador del Premio Primavera (qué es eso, con qué se come?) quien vive actualmente en Bélgica y antes de ello vivió en Alemania, es decir habla varios idiomas y tiene, asumo yo, varios doctorados.  El tipo era flaco y no muy lindo pero sonriente y enigmático, con ese juego me imagino a tumbao a unas cuantas.

Eran casi las 10.  Era hora de buscar a los gorditos.  Dentro de todo, la pasamos bien, en un mundo de fantasía y donde el cacheteo y los besitos en el cutis se fundieron en un arcoiris de comemierdería que a veces es necesario vivir para bajar la presión y el colesterol…