miércoles, 23 de enero de 2013

Esperanza


Si, es el Comandante en Jefe.  Lee The  Economist, New York Times y los diarios locales e internacionales y se reúne con su estaf.  Quizás lee la biografía de Chávez y de Obama.  Ella, si, es parte del Staff del Comandante, del Gobernador, muy ilustrada en temas de finanzas y le gusta la sección de arte y cultura.  Aquel, si, es el asesor legal en asuntos laborales.  Está al día en la última jurisprudencia y ojea con gusto los artículos relacionados a la política internacional.  Pues digo, hay personas que tienen circunstancias que le obligan a estar al día y lo hacen con gusto, pienso.  Claro, son parte de un equipo que crea  política pública, reciben salarios privilegiados y se tongonean en la palestra pública.  Lindo sería que en una entrevista de radio o de televisión pecaran de brutos al estar perdidos en el aire en cuanto a temas locales y mundiales.
En el otro lado, nosotros los mortales, que se dividen en los wanabí del Grupo Uno, que aspiran a verse obligados a leer el Washington Post o leer la biografía de Nelson Mandela, o ir a Brooks Brother’s a comprar camisas de vestir a $109.99, en especial.  O, están los del Grupo Dos, los que viven  en el confort zoun, que no miran ni hacia arriba, ni hacia el lado, ni hacia abajo, como los monitos de las postales.  Si, esos que no opinan, leen solo los titulares de Primera Hora una vez o dos en semana y van al cine una vez al mes.  Peor aún son los del Grupo Tres, los amargaos, que no creen ni en Chávez, ni en Obama, ni en Buda, ni en Cristo.  Son una bomba de presión, a punto de explotar, a punto de encolerizar, a la menor provocación. Y los del Grupo 4, los ultrapositivos, los que viven en las nubes, amantes del New Age, que van a conquistar el mundo y escalar el Everest. En resumidas cuentas, en este grupo amplio, que se subdivide en cuatro, y quizás en más de cuatro, nos ubicamos muchos, flotando, entre días, donde un lunes puedes ser del Grupo Uno, el jueves del Grupo Dos, el domingo del Grupo Tres, Dios nos libre y el sábado del Grupo cuatro. Oscilamos en estos grupos dependiendo de cómo nos levantemos, o cómo nos traten, o cómo se comporten los neurotransmisores en nuestra humana y frágil corteza cerebral.
De cualquier forma, en mi caso, trato de leer el periódico, oír A.M. por las mañanas y a veces por las tardes (Fuego Cruzado) por un corto rato al salir de la oficina y de camino a la casa, trato de heredar de mi padre camisas de Brooks Brothers y si no de Ralph Lauren, o quizás me lea alguna biografía, preferiblemente de Pedro Albizu Campos o Gandhi o Betánces, o Luther King, o de alguien en esa vecindad.  Pero, en esos días domingos del Grupo Tres, Dios me libre, que puede caer un martes también con la menor provocación, Dios me libre otra vez,  que fue como ayer ante la pasmosa rutina, ni Albizu, ni una camisa nueva de Brooks Brothers, ni el mejor jugo de manzana de la ciudad, me pueden complacer. ¿Y porqué? Pues pienso que puede ser que la válvula de escape, que busca soluciones, dinero, más auto-estima y status, y paz interior, se desconchufló.   Y entonces, si hoy es igual que ayer, o antes de ayer, y mañana es igual a pasado mañana, ¿porqué el afán de estar informado, de seguir el tracto político y social y usar la corbata que a veces venero y a veces odio?
Pues, no sé, la esperanza es lo último que se pierde, o úrtimo como diría Don Eleuterio.  Si no hay afán, si no hay ánimo de escuchar la plática social o política en A.M., si no se tiene la esperanza de heredar una camisa de Brooks Brothers o comprar alguna algún día, y se pierde el ánimo de brincar o de saltar o de reir, pues voila, te jodiste, te moriste en vida.  Si, porque estar vivo conlleva eso, vivir, aún en la frustración, cuando te cortan el celular, o la compra de la nevera se empieza a desintegrar.  Pero, la esperanza te lleva a soñar, y pensar, que algún día estarás en la obligación de leer el New York Times.





miércoles, 16 de enero de 2013

El Niño

16 de enero, Día de San Marcelo. Se llama Marcelo, nombre escogido por su padre y su madre a los cinco meses de embarazo de su madre.  Cuatro meses después nació un 16 de enero, en concordancia con la celebración del mencionado Santo. Causalidades no programadas que emanan bendiciones.  Celebración del Día de San Juan Bautista, aquel que bautizó a Cristo.  Día de San Juan Bautista, día en que fue bautizado Marcelo, el niño.  Causalidades no programadas que emanan bendiciones. Su segundo nombre es Guillermo, programado en honor a su tío que está en el Cielo protegiéndolo. 
Al nacer, fue denominado por su padre Chinito Azul.  Su padre inventaba canciones y lo mesía con la música de Andrea Bocelli. De más grandecito, lo llamaba WiFi en honor a la vocación del niño por los video juegos.  O españolito, cuando lo levanta por las mañanas. O Cejas, en honor a sus enigmáticas y bellas cejas. O dientes de rinoceronte, en honor a los dientes que mudó con dos años de adelanto.  O cabeza de boliche, solo para tener una excusa para reírse con él y acariciarle el pelo semi-lacio y semi-rizo.  O gordito, de cariño.
Últimamente el niño y su padre juegan al juego de mirarse seriamente a ver quien ríe primero.  De modo inexplicable el niño se queda serio y el padre se ríe como un niño. 
Las preguntas del niño afloran y parece será abogado.  Su madurez asombra a veces al preguntar sobre la vida después de la muerte.  Su inocencia aflora a veces al hablar de Superheroes y video juegos.
Es fanático de Batman.  Ansía coleccionar las películas y  pidió varias para su cumpleaños.  Se disfraza como Batman y su padre es el cobarde Guasón, transformando su voz, apretando la quijada y absorbiendo del niño golpes reales y rayos laser imaginarios.
Por las mañanas el padre lo despierta a fuerza de dosis de cosquillas y besos y con cierta voz firme. En la bañera, a fuerza de vasitos de plástico que contienen agua tibia, su padre lo va despertando y su madre y su padre le  preparan el desayuno.  En la noches su madre le lee libros de cuentos con dulzura o dibuja junto al niño o el padre se inventa cuentos de Batman capturando al Guasón en la Isla de Fuego, en donde hay un Túnel de la Muerte donde habitan cocodrilos, tiburones y otros seres peligrosos que Batman aniquila, en donde viven los Duendes Sangrientos,, que comen sopa verde y no se lavan la boca y cuyo líder es Bunchin Bunchin y donde se rescata al final a diferentes princesas con nombres que oscilan entre Petra de Dinamarca o María Antonieta de Palma de Mallorca. Y el niño entre cuento y cuento comenta en busca que se altere el libreto de la noche previa y luego duerme como una roca.
El niño tiene una hermana de rizos de oro que lo reta y lo imita y claro, le pelea y le discute algo.  Son socios en su mundo infantil y el niño la cuida con los recursos que tiene un niño que hoy cumple seis años.
Su madre le combina al niño su ropa, le unta perfume, lo alienta, le habla como una madre y le besa y abraza como una madre.
Gelatina, arroz con habichuelas, hamburguesas de salmón, burritos de pollo, humus, helado de frutas, kétchup, paletas congeladas de frutas, piragua, limber, kétchup preferiblemente orgánico, jugo de limón, popcorn, emparedado de jamón sin queso, queso de papa cortado en pedazitos, fresas, kétchup preferiblemente orgánico, limonada, chocolate, Doritos (de fuego-bolsa roja, o los de bolsa azul que dice él que tienen más sabor), algún ocasional dulce que él quisiera fueran cientos, kétchup preferiblemente orgánico, macarronis con queso, cero huevo o mayonesa, espaquettis con albóndigas marca Chef Boyardee, kétchup, manzana sin cáscara, china, mandarina de las que vienen en frasco, arroz con salchicha.  En fin, es un buen diente que le ayuda a ser un niño fuerte y grande para su edad.
Se inicia en el soccer, le gusta, pero sueña con tener un Wi2.  Por lo pronto se conforma con su DS que se ganó al aprender a leer la tradicional cartilla junto a su madre.  Es fanático de aprender inglés y le gusta el mar.  Sensible, emocional, comelón, cosquilloso, y de buen corazón. Marcelo, nuestro hijo, el querendón.

martes, 15 de enero de 2013

Corbata

La colección de corbatas que tengo es grande, extensa, de todos los colores y formas.  Algunas las desprecio, otras las miro con nostalgia y otras acepto que me atraen.  Hace una semana las uso en ánimo de comenzar un 2013 positivo y lleno de expectativas.  Claro, la corbata destila elegancia y status, no lo niego, y el uso de ella es parte de ser abogado.  Pero, luego de una semana en labores de oficina, lejanas a tribunales y de contacto con personas, me cuestiono el uso de ellas.  Claro, siempre puede existir esa casualidad única de que te encuentres de momento con alguien y tu corbata luzca y luego ese que te encontraste le comente a un tercero y quizás a un cuarto de que te vio y que lucías regio con esa corbata inmaculada. 
Pero, te admito que la corbata choca con mi espíritu rebelde y guerrero que se esconde detrás de una fachada tranquila y sosegada.  Es como el pelo que luzco ahora, corto y peinado, pero con ansias de que fuera largo y de tipo hippie de los 60.  Es como mi cuerpo sin tatuajes que anhelan tener algunos, o muchos, solo para ser rebelde e ir a tono con mi carácter interno.
Pues las corbatas me acompañan por siete días corridos y comienzan a ahorcarme y mi rebeldía se jamaquea y la mano derecha me tiembla y la izquierda se contorsiona en miras a desencadenar la jodida corbata del jodido cuello.  Si, porque no estoy en el tribunal, ni en una gala, ni visitando a un cliente.  Estoy yo, solo, en una oficina escribiendo escritos legales y la corbata como que me invade en un lugar que no la amerita.
Y, no tengo nada en contra de las corbatas, prueba de ello es que las he ido coleccionando, pero todo tiene su momento y ahora no es el momento.  Bueno, quizás usarlas de vez en cuando para que no se me olvide como hacer el nudo, o impresionar a alguien que hacía tiempo no veía para que se lo diga a un tercero  y quizás a un cuarto, o quien sabe, para subirme un poco la auto-estima.  Pero, ahora, el usarla todos los días, en mi situación actual, atenta contra mi espíritu, contra mi rebeldía, y desentona el lugar y espacio que me toca vivir en este momento.  Mañana, ya veremos.

viernes, 11 de enero de 2013

La Pared del Poder

¿Cómo uno se desahoga?  ¿Corriendo, dándole al saco, dibujando, cantando, orando,  asistiendo al teatro, yendo a la playa? Dale, dime, ¿cómo lo haces?  Si, y ¿cómo se tiene paciencia?  Si, porque hace rato que eres alguien, y Pedro Pérez Matos fue llamado antes, y luego Silvia Purcell Sepúlveda y luego Carlos Ramos Bermúdez.  ¿Y de que vale que tengas un apellido fansi , y un buen resumé?  Es que penetrar las paredes del poder es cosa mala, casi misión imposible.  Pero hay que mantenerse positivo, porque si no la pared que hay que penetrar se pone más dura y se eleva un poco más.  Oye, ¿pero es que hay que ser perfecto? ¿Hay que sonreírse en el momento adecuado, peinarse lo mejor posible y estar inmaculado, decir el comentario adecuado en el preciso momento que se amerita y caer bien por supuesto?  Oye, ¿y qué significa que llames, o textees o envíes  el imeil y no te contesten?  Será que no lo vieron, o es que no hay nada que decir a tu comentario, o quizás es que no quieren comprometerse con alguna respuesta, o peor aún que te están ignorando? Oye, pero mantente positivo que si no la pared se sigue endureciendo, si esa pared del poder que quieres penetrar y ser parte de ella.
Mientras tanto, ¿cómo pago mis cuentas?  Oye, ¿y si la propuesta de trabajo que te pudiesen dar es de mil pesos menos de lo que ganas actualmente?  No hombre, ponte positivo que seguramente la igualan o te dan más, que finalmente reconocerán tu valor,  que tu te lo mereces majo, oye echa pa’ lante y sigue intentando.
Maruca Pérez O’Neill, Sigfredo Martí Ramírez, Diego Dávila Díaz, llamados antes que tu.  Oye, pero quizás su resumé estaba antes que el tuyo en la gaveta del reclutador. O quizás estudiaron juntos en jai eskul, o quizás iban a Dorado del Mar y despedían el año juntos. 
Es cuestión de perseverar, de conocer al gremio, de ser vigilante y mantenerse cul, y tener calma y sosiego.  Oye, ¿pero cómo me desahogo cuando la espera desespera?  Oye, ¿y cómo trabajo esa paciencia que me permita dejar que la cosa fluya, que se desarrolle, como diría Chopra y compañía?
Marta Cabasas Solís, Teresita Núñez Ortiz,  Pedro Enríquez Muñiz.  Oye, ¿pero y mi nombre que no llega, que no me llaman? ¿Y, cuál es la fórmula para caer bien y ser parte del clan?  ¿Quizás es que no me favorece el color negro o quizás me favorece mejor el espejuelo de concha y no el de metal?  ¿O quizás  debo cambiar de vehículo, a uno más formal y propio de mi edad? O quizás puedo ir diariamente a la misa, hacer alguna promesa y después cumplirla par taim.
Segismundo Tirado Ramírez, Tania Tirado Corcino. Solange Pietri Busquets.  Oye, pero ya pasó mucho tiempo. Quizás deba enviar algún mensajito de imail, o llamar a fulano a ver si conoce a perencejo que conoce al que quiero conocer.  Pues me cansé, así que me tomo un prestamito y me voy una semana a Nueva Yol, y me embrollo pero quizás vengo con vibra buena y positiva y llega la llamada que espero, la que me permita atravesar la pared del poder y ser parte del gremio al que quiero pertenecer.
Laiza Pérez Smith, Fernando Arriaga Méndez, Pascual Palermo Pujols.  Oye, ¿y yo? ¿Y cómo me desahogo, dime tú?

viernes, 4 de enero de 2013

Aleluya, apareció el Ipad 2

Facebook, Twitter, Ipad, Ipod, Iphone, Galaxy, Lumia, Blackberry,  MP3, Nintendo, Wi 11, Playstation y sigue y sigue y sigue.  Lo electrónico hace rato es parte de nuestras vidas aunque consume nuestros vínculos y de alguna manera nos aisla unos de otros.  Pero, ir en contra de la corriente no es fácil y decidí regalar un Ipad 2 en la Navidad a mi esposa.  Lo haría en compinche con un buen amigo nuestro y padrino de mi hija.  Si, él aportaría la mitad del dinero y yo la otra mitad, sería un regalo mutuo, en forma de serrucho clandestino, anónimo, secreto y fantasmal.  Me explico. 
Mi esposa no podría saber nada.  La pobre vive jukeá a Facebook y lo disfruta a duras penas en su Iphone 4, el cual ella quisiera fuera el 5.  Su laptop es antiquísima, con el teclado mellao, diezmada y desgastada por ataques virulentos y despiadados de mi hijo, cuando juega video juegos en ella.  Por tanto, el Ipad es el camino a seguir, ahora más que ella comienza su Tesis de Doctorado en Literatura.
El detalle es que la búsqueda del Ipad comenzó tarde, un 20 o 21 de diciembre y en el lugar equivocado, Puerto Rico.  Si, porque en Borinquen las Ipad llegan por filtración y en las festividades, donde se regala a tutiplén, se van esfumando poco a poco.  En mi caso, estuve tres días y tres noches tratando de conseguir una.  Llamé a seis Walmarts, dos Best Buys, Modernica o Modernika, y nada.  Bueno, en Walmart-Fajardo alegadamente tenían tres, de color negro.  Pero, la política de la tienda no permite separarlas de un día para otro.  Irónicamente  la Megatienda permite “lay away”, así que de qué estamos hablando. 
Pensé en Modernica o Modernika o como se llame, la tienda de Apple en Plaza, llamé  y no contestaban el teléfono.  Pensé me cobrarían el Ipad un poco más caro pero no tendría que ir a Walmart-Fajardo, eso si, tendría que estacionar en K-Mart de Plaza, cruzar la calle velando que no me atropellen, porque no hay quien se meta en plena Navidad en el enredo del parking principal de ese afamado centro comercial.  Pero tres días y tres noches llamando a la tal Modernica o Modernika o como se llame y nada, ocupado o salía una grabación de esas sosas de un gringo computarizado diciendo que el buzón de voz está lleno.
El compadre, un colombiano bonachón, es el cómplice de esta misión y vive en Michigan, en Traverse City, en la frontera con el carajo, digo con Canadá.  Era complicada la logística y discutimos varios planes a seguir. Pensamos en comprar el Ipad allá y yo le depositaba dinero acá en su cuenta de banco boricua, pero lo descartamos ya que el envío del Ipad por correo ya no garantizaba que llegaría para el 25 de diciembre.  Otra alternativa era que él comprara el Ipad allá en Best Buy y que el sistema de la tienda lo registrase y yo la recogiese en Best Buy de Puerto Rico.  Tremenda idea pero eso no se puede hacer, el sistema operativo de la tienda no contempla este nivel tan sofisticado de compraventa, aparte que en Best Buy de Puerto Rico ya no habían Ipads.  Si, porque hacer un inventario y órdenes a tiempo para que sobren las Ipads en época navideña sería una herejía, una afrenta contra el régimen actual macondiano que rige en Puerto Rico.  Si, porque para encontrar un Ipad en Puerto Rico en Navidades hay que sufrir, joderse, jalarse los pelos, quizás pasar par de días en el Hospital San Juan Capestrano y demostrar que te lo has ganado, que te mereces el contrallao aparato.
Para alimentar más el caos, mi amigo y compadre colombiano me dice que en Traverse City están anunciando tormenta de nieve y que quizás se quedaría sin luz.  Éramos muchos y parió la abuela.  Y el problema es que cuando a mi se me mete una cosa en la cabeza es ahora, y hasta que no lo logro no paro.  Y sería capaz de tomar una avioneta y atravesar la tormenta de nieve para que me dé los malditos 200 pesos que le tocan.  O sería mentira, que no hay ninguna tormenta de nieve, que es un pretexto para él no salir de su casa y no cumplir con su parte, y no cooperar.  Será que era pura plática, si él fue él que propuso comprarla entre ambos cuando yo le dije que estaba corto de dinero y él insistió y yo dije que no dos veces pero ya a la tercera insistencia le dije que si, que la compramos entre los dos.  Bueno, a fin de cuentas, que resuelva él allá, que la misión está en píe y no se puede cancelar a menos que se acabe el mundo el 21 de diciembre como estaban anunciando los mayas. 
De momento me dice el compadre que ha dormido poco.  Que se acostó a las 6 de la mañana y que tiene mucho trabajo. ¿Otra excusa? Pero, para que se prestó, no jodas, cumple con tu parte que me creaste ya esta obsesión por la Ipad y hay que conseguirla a como de lugar.
Próximo plan, propuesto por el compadre y amigo. Yo llamaría al trabajo enfermo, con esas diarreas que te matan, si  porque te comiste algo que te cayó mal y no puedes ir a trabajar. Así, podría ir tranquilo a Walmart-Fajardo y conseguir el aparato. Llamaría a las 6 a.m. a la megatienda y procuraría que todavía no las han vendido.  A las 7:30 a.m. llamaría diz que enfermo al trabajo y a las 8 a.m. me voy a Walmart-Fajardo sin que mi esposa sospeche y piense que voy directito al trabajo.  Si, pero no se dio.  No recuerdo porqué, y ese día me traje a mi hijo al trabajo.  Si, es que el compadre estaba trasnochado y no podía ir a Money Gram a enviarme el dinero.  Si, el plan sería que me enviaría dinero, como cuando los papás le mandan kach a sus hijos universitarios cuando estudian en los nuyores.
Al otro día voy a una fiesta del trabajo.  Luego llamo al compadre.  Está hiperactivo, estrésico, y yo tanteándolo, toreándolo, no vaya a ser que lo haga enfadar y no me dé su parte del botin.  Me pregunta si hacemos la misión mañana, no sabe él que ya mañana es muy tarde, no siente mi obsesión, que tengo que regalar el día de Santa Clos y no el Día de los Reyes, y que las Ipad se van acabando igual como se acaba el mundo según  presagian los mayas.  
Finalmente, quedamos en que iría  en ese momento a Walmart-Fajardo, tarde en la tarde.  El Money Gram abría hasta las nueve de la noche y el Walmart abría 24 horas.  No hay problema.  Su esposa iría al Money Gram de Traverse City, me enviarían el dinero y todavía quedaban tres Ipads, de color negro, en Walmart-Fajardo.  Tomaría la Ruta 66, rapidito, y llegaría sin problema.  Voy escuchando a Bob Marley con los  nervios medios de punta ya que llevo tres días y tres noches bregando esta situación.  Ese mismo día había llamado a Walmart-Canovanas y me hicieron esperar dos horas para decirme no habían.   Ese día también hablé con el supervisor de Walmart-Fajardo y  me quejé ante la falta de planificación de ellos con el suplido de Ipads.  Amenacé con llamar a los Estados Unidos, si a Walmart de allá, a las oficinas corporativas, a quejarme y como si les importara, que dicen ellos que ya la orden de  compra está hecha, y que no dan abasto y estás en Macondo y esa es la que hay.
Sigo mi camino, por la afamada Ruta 66, rapidito, y llego a la tienda de Walmart-Fajardo, con GPS mental ya que no sé donde están localizados y la beba del cuadro telefónico estuvo media hora sin atender el teléfono y al final lo contesta y me explica de una manera trili-tecata cómo llegar y me bendice y me dice que llegue bien.
Llamo al compadre, me dice que su esposa ya está en Money Gram de Traverse City, es un quitao, ya la Ipad es mía.  Bombito al pitcher verdad.  Pues no, tranquilo que me toca joderme un poco más. Si, porque resulta que la tarjeta ATH no funcionaba, como tampoco funcionó el día anterior cuando mi amigo fue a Money Gram y su adorado indiecito hijo de dos años le había doblado la tarjetita.  Y hoy también, el lindo indiecito la había doblado.  Y mi compadre se reía y a mi ni risa ni plin, coño que llevo tres días y tres noches detrás de la Ipad 2.
Pero tranquilo, relax, respira hondo.  Mi compadre me dice que en media hora resuelve, que hay tormenta de nieve, que tenga calma y que me ría, que la vida es así.  Si Pepe.  Y yo me paro de custodio al lado de la Ipad.  Pero no sin antes molestarme con un gringo que se me coló esperando por un empleado de la tienda, y luego de que yo preguntase al empleado por la Ipad y una doña se nos para al lado y pregunta también por la Ipad dos segundos después, ¿que es esto, un complot?  Voy caminando con prisa pero con pausa al lado del empleado  de la tienda.  Me sentía tenso, aparentando estar relax.  El empleado abre una caja de  hierro que parecía una celda pegada al piso y saca la Ipad, aleluya, la única que quedaba, y las otras tres de color negro no aparecen y queda una blanca, pues esa es, la blanca, la que me toca comprar, que yo no soy racista a la inversa, ni distingo por colores.  Y la colocan en la caja registradora  y yo la custodio con espíritu semi-sicótico, que no la toque nadie o aquí se forma papá.  A la chica de la caja registradora le da con tomarse un break y llevan el Ipad a  Servicio al Cliente y allí voy yo detrás custodiando al muerto, a la Ipad, que es la única que queda en todo Puerto Rico, al menos así pienso, o deliro.
Llamo a mi compadre por vez número decimotercera, como poco.  Si, porque él no llama, el desgraciado, y yo lo llamaba cada cinco minutos, como poco.  Si, porque estoy en la vorágine de Macondo, en la boca del monstruo, y él está tranquilito en Traverse City viendo nieve caer, haciendo muñequitos de nieve y trabajando desde la casa.  Y me dice riendo que no lo voy a creer, que su hijo mayor le llevaba una nueva tarjeta ATH a su esposa pero de camino se le jodió el viejo carro Audi en la nieve y hubo que sacar unos cables de yompear, de qué habla, y yo pensando que me está metiendo los mochos, y él que se ríe y yo más serio que hace un rato.  Y me dice que ya mismo se resuelve el asunto, y yo miro fijamente la caja blanca del Ipad, y miro fijamente a las dependientes de la tienda hacer chistes, y oigo fijamente a los bebés que lloran en los coches y suena el teléfono y es mi esposa y me pregunta qué hago y le digo que estoy en la oficina, en mi trabajo,  y le cuelgo sin pena.
Al rato, bien al rato, después de par de horas de haber llegado a la tienda, el compadre, el amigo, el colombiano, que ya casi lo insulto ante lo complicado de la misión, me llama y me da el número de referencia del Money Gram, aleluya.  Le digo a la chica de Servicio al Cliente que me custodie bien la Ipad, que voy a la fila del Money Gram,  y hay cuatro personas antes en la fila, el que está al frente de mi con peor cara de sicópata que la mía, parecía un zombi yonki americano que había traspasado la barrera del tiempo y había llegado de Traverse City a Fajardo a joderme la existencia.  Se va el tipo y la chica de Money Gram me llena unas hojas, se sonríe, me pregunta, arregla, quita y pone y aleluya empieza a contar el dinero, en total $450 y avanza mija dame los chavos que yo luego le deposito la otra mitad al compadre cuando cobre. 
Salgo de la tienda, con el Ipad blanco en mano, que yo no discrimino por colores, ni soy racista a la inversa, y el carro debe estar en alguna fila cercana y comienza a lloviznar, y el panic boton para que suena la alarma no funciona y no veo el carro coño y se me va a empapar y joder el Ipad, pero antes del desastre encuentro el dichoso auto.
Llego a la casa, en San Juan, por la famosa Ruta 66, rapidito, directo de la oficina, versión que le di a mi esposa que huele traqueteo y nebuleo, con su sentido de mujer y de fiscal.  Pero yo cul, con el Ipad en la mochila de llevar el almuerzo frío al trabajo, listo para que ella se acueste y esconderlo mejor, en el bulto de raquetas de tenis hasta la mañana del 25 de diciembre.  A ver que cara pone ella al verlo, el Ipad blanco, o la Ipad blanca vamos, y luego leer la loca historia de cómo apareció el Ipad 2, aleluya.