jueves, 15 de noviembre de 2012

La pitirre, el cangrejo y el cardenal

Casa  llena en el Coliseo Roberto Clemente.  La euforia reina.  Carlitos Arroyo corre como gacela en penetración y Ayuso la tira de tres y la atina con pose de verdugo.  Previo a esto, en décadas no tan lejanas, el feudo de los Cangrejeros y los Cardenales era mítico.  Butch Lee se suspendía en el aire, Freddy Lugo relampagueaba con guapería fina, el mago Blondet erizaba a la fanaticada con pases traídos de otro mundo, Earl Brown campeaba con codos de acero, Robertito Vigil con su fino dribleo, Tony Díaz, el blanco, haciendo de todo y Pipo Rivera con la yompa inmisericorde.  Del lado del Cangrejo me acuerdo menos, siempre seguía a los Cardenales de niño, pero quien no se acuerda del legendario Centro Teófilo “Teo” Cruz y los pininos del flaco Quijote antes de hacerse ídolo con los Mets.
Y, ya los Cardenales hace rato no existen. Y hace poco los Cangrejeros tampoco.  Esa magia del Deporte Rey de Puerto Rico y de San Juan se fue a pique por disputas tontas de índole politiquero.  Ante ello, el Coliseo Roberto Clemente lloraba y sus butacas destilaban polvo e invitaban a roedores ante la falta de actividad deportiva.
Y el guaraguao dormía empachado de carne cangrejera y de pájaro cardenal.  Y surgió una pitirre que invitó al menos al cangrejo a salir de su cueva silenciosa y solitaria.  Y ambos reían de contentura. Y el cardenal tuvo al menos esperanza que algún día se recuerden de él y de los gloriosos campeonatos obtenidos en el pasado y que lo revivan de algún modo.
La tregua es necesaria y el deporte es, junto al arte y las letras, manifestación divina que aquieta la violencia y la tristeza, es ese bálsamo que va por encima de la politiquería y  cualquier conflicto económico que pueda surgir. Sin estas manifestaciones, somos nada, estamos muertos en vida.  Y con ellas, respiramos, se nos agita el corazón, nos deleitamos en la victoria y sentimos la derrota que son parte de las emociones que nos hacen de carne y hueso.  Son circunstancias que nos sacan de la rutina y nos llevan a la pureza de lo que somos y  nos permiten ser niños y niñas por un rato, lejos de los problemas en que vivimos.
Esperemos que la pitirre, el cangrejo y el cardenal sean felices y el guaraguao se vaya lejos a fronteras lejanas de Macondo a comer de otras carnes.

martes, 13 de noviembre de 2012

Rojo, púrpura

Por alguna razón, siempre he creído en el ideal de la independencia.  En tiempos recientes, en ánimo de llegar a un japi midium, he coqueteado con ese diz que ELA soberano.  He coqueteado con ese embeleco no porque crea tanto en ello sino como modo de posicionarme mentalmente en algún barco que tenga probabilidades de llegar a algún puerto. Esto, ya que los líderes independentistas se meten en una caverna por tres años y no educan y en el año electoral resucitan como Lázaro con ese discurso de Siglo 20 donde venden un sueño a personas a los que se les ha lavado la cabeza por más de cien años y se les ha sumido en el mantengo y se les ha aprisionado en los barrotes  de la colonia.  Pues el ELA soberano es algo que no me enloquece pero no me espanta y nos provee mayores poderes, mayor hegemonía política y económica, y nos permite pararnos solos, aunque sea con muletas.
Pero, ¿qué pasa?  O, espero que no pase.  Es el maldito vaivén político, ese que nos lleva de rojo, a púrpura,  y luego a azul.  Es ese vaivén que comienza con esperanza pero se reduce a crear semidioses, a seguir con los amiguismos, a pagar favores políticos y a recompensar al que aportó más cash en la campaña e ignora con i mayúscula  a todo aquel que dio la mano verdadera y de confianza en la época electoral.  Es ese momento donde a los nuevos líderes políticos les da amnesia selectiva, y les da con vivir la vida loca política, y a montarse en esa maldita escolta de guagua negra con tinted glas, y de emborracharse de poder y dar una bailadita al compás del Gran Combo.
Oye, pero que no hay nada malo de mover las nalgas al compás de los Mulatos del Sabor, pero malo es seguir meneándolas por los tres años del cuatrenio, ya que el último es el de la tiraera de campaña y ese ya no cuenta ni pa’ pul ni pa’ banca. Y si no hiciste na’, te jodiste.  Si, porque ya los azules la montaron, la plancha, con el Pilu y el heredero del Rosellato y el Furer boricua velando guira y la Gordin soñando con Krispy Kreme y volver a sus romances con Ruben Sánchez, al estilo de J.Lo y Marc Anthony.
Y ante eso, yo quiero ser iluso y apostarle al tajo. Yo quiero pensar que los nuevos líderes populetes ponen su acción donde ponen la palabra, que abrirán sus mentes a las alianzas, que serán sabios y sabrán diferenciar entre talentos reales que pueden aportar a este país y no mantenerlo sumergido en esta arena movediza que nos condena y nos asfixia.  Yo apuesto a la democracia, a ser un pueblo unido, sincero y honesto y apuesto a educar al analfabeta y a sacarlo de la mentalidad de recibir cupones a cambio de ser un vago novelero. Y yo apuesto a ser más y no a ser menos.
Espero no perder la apuesta, espero que el ahora rojo no tome matices de púrpura para convertirse en azul en el 2016.  Si sucede, que Dios nos ayude ya que volveríamos a lo peor que nos puede dar nuestro adorado Macondo.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Decisión

Todos quieren lo mismo- el poder, unos con unas intenciones y otros con otras, alegadamente. La recta final llegó y el viaje montado en tumba cocos y dar la mano 600 veces al día terminó.  Los debates estériles terminaron, la cara rebosante de maquillaje y el “photoshop” terminó.  La avalancha de comerciales que cuestan millones llegó a su fin.  Todos se cantan ganadores, todos tienen las encuestas a su favor, el de ellos es el mejor y el otro es un casi ganador.  Las doñitas que van a los “meetings” tendrán que volver a su bingo y los otros buscarse otro actos de fanatismo. 
Por el momento las mentes de aserrín siguen siendo bombardeadas con propaganda engañosa. Se les lava la cabeza y se les manipula su poco cociente intelectual combinado con poca escolaridad. 
Seguimos sumidos en la fatídica rutina colonial, de levantarnos temprano y moldearnos a la astucia del político de turno que en tiempos recientes ha tomado matices cada vez más pronunciados de demagogia y violencia dictatorial.
¿Qué nos queda a los más o menos pensantes que somos exprimidos entre esa masa ignorante y esa elite de millonarios que se afilan los colmillos?  Pues seguir pensando, leyendo y sobreviviendo. 
¿A dónde nos dirigimos?  A lo inevitable, a darnos contra la pared y ver si de algún modo nos definimos algún día, dejando atrás lo complejos de inferioridad y que dependemos para vivir de los que nos envíe el Tío Sam.
El 6 de noviembre será un día para decidir.  Decidir si continuamos sumidos en un derrotero ambiguo donde los que están en el poder alegan progreso o decidir si rompemos las cadenas y nos encaminamos a la libertad individual y global dentro de un mundo complicado por demás.