miércoles, 30 de noviembre de 2011

Más por Menos

Erase un niño que corría rápido, el más rápido de todos, el más gracioso, el más honesto, el más puro.  Cantaba himnos a Cristo y a Dios, en inocencia, en una isla escondida de nubes y soles perfectos.  Creció  poco a poco, se esforzó, se superó, se cayó y se levantó.  Perdió a su amigo, a su hermano, lo repetía hasta el hastío, hasta el infinito. Y siguió, y siguió.
Lo matricularon en un colegio de alcurnia, de alta academia, de status.  Y él, lo odiaba, lo detestaba, pero se superaba, buscando llegar lejos, muy lejos.  En cuarto año de escuela superior, el Sacerdote mayor del colegio popof le dijo que debía quedarse en la UPI de Rio Piedras, conformarse, aspirar por menos, que no estaba preparado.  Y él siguió, tanteando, a ciegas, sin guía, pero sin pausa.  Sociales, Humanidades, Relaciones Laborales, Pedagogía, doscientos créditos de Bachillerato, perdidos y ganados.  Luego consiguió la Maestría, luchando, a pulmón, como muchos y como pocos.
Como maestro educó a muchos niños especiales, se superó, dio el ejemplo, fue sepultado, dado por muerto, y los ángeles guerreros le sacaron de la tumba creada por el hombre, por  la envidia,  Siguió luchando, buscando más y más, con sueños que no morían.  Estudió una segunda carrera, abogacía, en las aulas frías, a altas horas de la noche, perdido en los libros, luchando contra el tiempo, como muchos, y como pocos, buscando más.  Le dijeron que no podía, que buscara otros rumbos, que se conformara con menos, y el luchó, y busco más.
Tenía que licenciarse.  No sería fácil. Luchó  y lo logró, buscando más.  No sería suficiente.  Le exigían más, y busco dos licenciaturas más, notarial y federal, buscando más.  Y las consiguió porque las quería y eran necesarias para buscar más, para ser alguien supuestamente, para ser estable, para ser digno.  Y las cuatro licenciaturas y más de trescientos créditos universitarios estaban ahí latentes, en su mente, y le sirvieron de poco.   Y como abogado litigaba como un león, sin miedo, con pasión y sabiduría. Y consiguió el máximo rango en las artes marciales, buscando más, en un examen luego de una práctica de ocho horas ante el japonés Saíto, en un piso de cemento en Sabana Grande.  Es que buscaba más.   Y se hizo cinturón negro, si negro.
Y su Sensei boricua se marchó, tenia que irse, con su familia, a tierras lejanas. Y él buscó nuevos rumbos en las marciales, y los encontró, buscando más. Pero siempre supo quien era su Sensei y lo procuró siempre.
Cambió de trabajo, buscando más.  Y fue un engaño, una burla.  Creyó que todo cambiaría, que la Vida se encargaría de premiarlo.  Y pasaron los años, y no dependía de él, dependía de otros, de la política, de los contactos y del no se qué.  Y muchos se alejaron de él, por pesimista, por peleón, por cristiano y por loco quizás, porque decía la verdad.   Y algunos se quedaron junto a él, porque era valiente, y veían su valor y se arriesgaban con él.  
Y tuvo una familia, buscando más, cuando ya parecía que moriría solo. Y tuvo su oasis.
Y aspiró a ser fiscal, y le preguntaban para qué,  y él luchaba y contactaba y ponía buena cara en la tempestad.  Y se esforzó en su nuevo trabajo, sentado como un imbécil frente a una computadora muda, y lo odiaba, y se superó, buscando más, y mantuvo su fe, y continuaba afirmando que quería ser fiscal.   Y un día comenzó a cambiar, a ir a la Iglesia, a aspirar a la libertad, se puso un rosario en el pecho, y volvió al gimnasio, a su raqueta japonesa de tenis, a su bola de basquetbol, a sus katas, al saco, a nadar, a correr rápido, a ver el sexo como bueno, a sus lagartijas, a sus abdominales, al mar, a aprender, a soñar, a dejar la mente volar, a su camisa marrón que siempre le gustó, y soltó el afán  y comenzó a hacer menos para hacer más.   Y dejo de importarle el que dirán, o si podía cumplir al máximo potencial, y decidió hacer el mínimo ante la falta de justicia.
Y en ese momento se recordó que es un guerrero, así le enseñaron, y así morirá.  Y aprendió que en esta vida un tanto dulce y un tanto cruel, aspirar a menos es igual que aspirar a más.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Recuerdo

“¡Me lo mataste!” Así le dijo con impotencia y con furia la esposa del naturópata al mozalbete asesino.  Unos segundos antes el tipo de tez trigueña, de estatura alta y pelo corto había ultimado al naturópata español que hizo de Puerto Rico su hogar por más de cuarenta años.  Luego de matarlo, se fue caminando de manera cínica, sin ánimo de correr avergonzado. Típico lenguaje corporal del gatillero de sangre fría que mata por encargo.
Lo conocí hace quizás media década atrás.  No era paciente regular de él, amigo íntimo mucho menos, pero le hacía consultas de pasillo y compraba algunos de sus suplementos con cierta regularidad. A veces charlábamos algo más personal por algunos minutos.
 Le escuchaba por radio cuando yo era soltero, cuando a la 1 de la mañana retornaba en mi auto luego de “janguear” algún sábado en la noche.  Al oír su voz por las ondas radiales, me servía de acompañante, de bálsamo, luego de oler humo de cigarrillo por cuatro horas en algún hotel de San Juan.  Me parecía curioso que un individuo estuviese en una emisora de radio a esa hora un fin de semana.  Ese era su apostolado, su vocación, su modo de ayudar y de ganarse la vida.
En tiempos recientes me estaba tratando mi eterna sinusitis con Composor 12, producto vendido por él con base de eucalipto.  Le compraba también litio natural líquido, y lacticol- compuesto de col y remolacha fermentada que huele insoportable pero aviva el sistema gástrico-intestinal.  Para los mocos, el asma  y el catarro, le compraba Vigor Pec y el Vigor ASM y lo bebía yo, mi hija (le encanta), mi mamá, mi esposa y mi hijo (a regañadientes).  Le compré otros también y eran algunos de los tantos productos, o suplementos, como les llamaba el Doctor.  Así solía referirme a él cuando lo veía.
Recuerdo un día que nos comentó a mi esposa y a mi que el acto sexual era mejor si uno no se baña en ese momento, para así sentir las sales y no se qué del cuerpo ajeno.  Recuerdo también su historia de las nalgadas que le daban los curas, cuando era niño, en el colegio español donde cursó estudios.  Recuerdo también el día que me comentó que beber orina es saludable, que lo hizo alguna vez pero ya no.  Recuerdo le gustaba la política y me hacía algún comentario ocasional sobre este tema. Me preguntaba de un tío analista político que tengo y yo le decía que si una juez amiga en común lo había visitado para consulta.  Nada, eran conversaciones triviales en busca de un fin: la salud mental, física y espiritual.
No recuerdo haberlo visto reir y si sonreía era de manera tenue, al menos conmigo. Era amable, más bien callado, relajado y concentrado a la hora de buscar sus productos en los angostos pasillos de su consultorio.  En mi interior pensaba que vendía caro, que estaba comercializando, pero luego caía en tiempo y volvía en busca de salud y de su sabiduría en estos temas naturopáticos.
Lo recuerdo metido en su oficina, quizás buscando algún brebaje nuevo, alguna fórmula distinta de hacer las cosas.  En su programa radial, iba al grano, a veces filosofaba, a veces antagonizaba con algún radioescucha majadero y luego tendía la mano a alguna anciana analfabeta que buscaba guía. 
Recuerdo era como gitano.  Pasaba consulta, según decía él, por los cuatro rincones de Puerto Rico.  Recuerdo cuando le chocaron un Ford Mustang amarillo y lo dejo chocado por par de años, me imagino que no tenía tiempo para estupideces de talleres de hojalatería y pintura que atrasarían su agenda de vida.
Recuerdo siempre que estaba peinado a perfección, con partidura al lado, ropa nítidamente planchada, espejuelos de concha fina me parece, o quizás de metal, con lente bastante grueso que le aumentaban un tanto el tamaño de sus ojos.  Recuerdo que no prendía el aire acondicionado del consultorio, no sé si por ahorrar luz, o porque se dañó o por motivo de alguna teoría naturopática- nunca le pregunté.  Me preguntaba cómo sobrevivía sin oxígeno por ocho horas en su consultorio.
Los pequeños pasillos de su consultorio estaban repletos de salud.  Nada era innecesario, tenía un remedio para cada cosa, y su computadora era su mente.  Leía el iris, con o sin programa de computadora, pero recomendaba el computarizado.  Mi esposa y yo tuvimos la experiencia y a mi me tocó cuidarme el sistema linfático.  A ella, le recomendaron varios suplementos pues al Doctor no le gustó el aspecto de su iris.  Creo que mi esposa creó más conciencia desde ese momento, sin saberlo, gracias a él.
Recuerdo, que siempre lo recomendaba.  Fueron muchas las personas a las que le hablé de él.  Es que impartía confianza, conocimiento y seriedad.
¿Y porque lo mataron? ¿Qué lo justifica?  Si atrapan a su asesino, ¿merece vivir?  ¿para qué? Que me perdone Dios pero en casos temerarios, sanguinarios, donde se sabe quién fue el asesino, quizás la pena de muerte se justifica.
Se nos van los buenos, los jóvenes productivos, los profesionales, los sanos.   A cambio, el asesino campea, se ríe, vende el “crack” y “reguetonea” un poco. La diatriba de reflexionemos, de paremos ya el odio y la violencia suena como lluvia caer.  Queda entonces que eduquemos a los niños, que el Estado realmente intervenga en esas comunidades y familias desventajadas para que no se creen monstruos que arrebaten vidas.
Mientras tanto, que descanse en paz mi querido Doctor, ya libre de Macondo y probando brebajes en el mundo celestial. Amen.



martes, 20 de septiembre de 2011

Piñata deportiva

Novac “Nole” Djockovic sigue con su dominio.  Múltiples triunfos este año, incluyendo el Abierto Australiano, Wimbledon y el U.S. Open, aparte de títulos menores pero de gran prestigio.  Solo tres derrotas y más de sesenta victorias, en camino al record de John McEnroe en los ochenta que fue de 84 ganados y tres perdidos.  Dos de las derrotas de Nole se debieron a retiro motivadas por lesión, una en Cincinnati donde cedió el título en la Final ante el impredecible Murray y la otra hace apenas unos días en la semifinal de la Copa Davis ante el gaucho Juan Martín del Potro.  Djockovic no podía con el dolor de espalda y estará un mes en descanso recuperándose de un desgarre que no parece ser serio. Perderá dos torneos en Asia para luego ir al Masters Cup en Londres donde estarán en un Round Robin los mejores ocho tenistas del mundo.  En ese tiempo perdido se dedicará a pulir sus dotes de imitador. Rafa Nadal por su parte ha perdido seis veces este año con Nole y debe estar acudiendo a terapias sicológicas o pensando si sigue  o no con su tío Toni quien ha sido su coach desde los 4 años.  A Nadal le espera a fin de año el Masters Cup, la gira asiática y la final de la Davis contra Argentina, en casa.  Federer por su parte ya cumplió treinta años que en este deporte del tenis es ser veterano, contrario al boxeo donde a esa edad comienzas una nueva etapa donde algunos consiguen títulos.  Pero, el “Swiss Maestro” siempre es una amenaza aunque creo que su raqueta de cara pequeña no le está ayudando especialmente en juegos largos.  Fed se desinfla y se torna errático, va de mas a menos, como le pasó en el juego contra Djockovic en la semifinal del U.S. Open donde desperdició dos match points y se eliminó, igual que lo ocurrido en ese mismo torneo y semi en el 2010; extraña y desagradable coincidencia para él.
En el baloncesto, no sacamos los pies del plato.  Los portorros lucieron bien en la ronda inicial en el Pre Olímpico de Mar del Plata, a pesar de no contar con el gigantón Peter John Ramos, ex de la ex del cantante Víctor Manuel, y de la ausencia de Guillermo Díaz, saltarín pelado raspa coco que le raspa la piragua a cualquiera.  Fuera también Larry Ayuso, tres puntista tatuado deluxe que fue suspendido por indisciplina y tuvo que cambiar la bola marca Molten por el biberón ya que le nació un chamaco en estos días con la Burbu.  Tampoco presente Ángel Daniel Vasallo, hijo de otro gran baloncelista cariduro Danny Vasallo que era una pistola del baloncesto en los ochenta y también ausente Nathan Peavy, gigantón que es mas caliente que frío en su juego.  En la ronda que cuenta perdimos vía paliza con los cariocas y en la semi perdimos por dos míseros puntos con los anfitriones argentinos en juego no apto para cardiacos.  En este juego Barea jugó bien contrario al resto del torneo donde no metió la bola consistentemente. Mención aparte para el enebeista viajero Carlitos Arroyo y el espejuelado jincho Danny Santiago que dicen jugó el mejor torneo de su vida, en vano.  En el último juego por la simbólica medalla de bronce fuimos vapuleados por los dominicanos.  Este juego parece no importa pues solo dos equipos clasifican para las Olimpiadas pero al ganar, los quisqueyanos tendrán mejor posición en el Torneo de repechaje ya que serán líder de grupo y no se verán las caras con los chicos malos europeos, al menos al principio. En el repechaje, estará Lituania, Grecia, Rusia y otros amigotes del otro lado.  Así que ser unos de los primeros tres entre los doce equipos en el Repechaje para clasificar a las Olimpiadas de Londres es sucio difícil.  El veteranísimo coach Flor Meléndez tendrá que enfatizar la defensa, el aspecto sicológico que creo es el más importante, y mejorar esa puntería que es muy inconsistente. En ese futuro Equipo Nacional o Doce Magníficos como le mentan, deben estar los ausentes Díaz, Ramos, Vasallo, Peavy y deben regresar Ricky Sánchez, Santiago, Arroyo, Barea, el point guard Andrés Rodríguez, y la revelación Alex Galindo. El resto a pelear por las posiciones restantes, por lo menos hay talento de sobra para escoger.  Debe haber más fogueo y no contra Panamá o Canadá, sino contra potencias europeas como España, Francia, Turquía, Lituania, Rusia, Serbia, Croacia, Alemania, por mencionar algunos.  Fogueos contra Brasil y Argentina también.  A los dominicanos en una buena noche le ganamos siempre, para foguear son buenos, pero mejor los europeos.
En boxeo, viene la pelea de Manny “Pacman” Pacquiao contra Juan Manuel “Dinamita” Márquez, peleadores que tuvieron un empate y una decisión dividida a favor de Pacman que muchos vieron ganar a Márquez.  Pelea digna de verse y recuerden que mejicanos como Márquez, Marco Antonio Barrera y Erik “El Terrible” Morales siempre han dado problemas al filipino, que se guilla también de político, playboy, músico y actor.  Además, Cotto vs. Margarito, sin vendajes ilegales, y esperando que Cotto no se vaya de party en los tres meses de entrenamiento previos al combate a celebrarse el 3 de diciembre en el Madison Square Garden, cuna del boxeo y lugar donde Cotto pelea frecuentemente, aparte de Las Vegas.  Cotto es un superdotado pero tiende a cansarse y ahí es que le meten metralla asesinos del ring como Pacquiao, Margarito y Mayweather, éste último a quien nunca se ha enfrentado. Por cierto, Mayweather ganó de manera controversial al méjico-americano Víctor Ortiz, luego de un cabezazo y un break.  Pensé que Ortiz, con su tatuaje gigante de guerrero en la espalda de granito, iba a sorprender pero el sorprendido fue él. El arbitro Cortez, de ascendencia boricua, no fue muy claro en sus instrucciones luego del cabezazo y de quitarle un punto a Ortiz.  Ortiz comenzó a disculparse con Mayweather, bajó la guardia y el Pretty Boy se aprovechó del descuido y le propino un mañoso gancho y un demoledor recto que provocaron un fulminante nocaut al minuto 2:59 del round 4 permaneciendo así intacto el invicto del afro-americano, sumando otro título más a su impresionante resumé y alejándose un poco de sus líos legales relacionados a contribuciones y violencia doméstica.  A ver si digna enfrentarse a Pacquiao en el 2012, esa es la mega pelea que la gente quiere ver y que dure más de nueve rounds por favor.
En el volibol masculino y femenino estamos cogiendo pelas con equipos mundialistas.  Esperemos que subamos el nivel otra vez. Las nenas dominicanas les tienen la medida a las nuestras y en la Liga Mundial masculina no ganamos un juego.  Pero, pa lante.
Mención aparte para los dos atletas que han puesto el nombre de Puerto Rico en alto en estos días. Javier Culson ganó medalla de plata en el Mundial de Atletismo, la segunda que gana, y luego se llevó la de oro una semana después en la Liga Diamante en una carrera celebrada en el Invitacional Van Damme en Bélgica.  Finalmente llegó segundo en el standing final de la Liga, a un punto del líder, y va para Londres esperemos.  De casualidad, le pasé por el lado a Culson el otro día frente al Comité Olímpico (en la pista jamás) y el tipo impresiona.  Es alto, largo y fuerte, ideal para su evento de 400 metros con vallas.  Me parece peculiar el collar ochentoso de puca blanca que se pone en el cuello y los tatuajes de los anillos olímpicos y de la bandera boricua que tiene en su brazo y que enseñó al mundo cuando ganó la de oro en Bélgica. También, en días recientes, un luchador boricua llamado Franklyn Gómez, con nombre de prócer americano y apellido de boxeador boricua de los ochenta, cogió plata en otro Mundial, ganándole a los caballos europeos, perdió super apretado la de oro por puntuación de 1 a 0 y que para bien sea.
Ahora vienen los Panamericanos en Guadalajara,  Tingui Vargas, el gran gimnasta, será el abanderado y se lo merece. Es ejemplo de dedicación, perseverancia y consistencia. Hay un rumor y se dice que no va el baloncesto, ojalá sea solo un rumor de pasillo.  Estos Juegos son una antesala, un punto de referencia donde nos enfrentamos a los gringos, cubanos, colombianos, canadienses, venezolanos, argentinos, brasileros, mejicanos  y dominicanos, siendo estos atletas  lo mejor del hemisferio. Luego a ver quien clasifica a Londres con marcas mínimas en deportes individuales o en posiciones en cuanto a equipos.
Por ahora, me parece que el colorao David Bernier está haciendo un buen trabajo como Presidente del Comité Olímpico. Calladito, sin controversias, ni protagonismos, es un talento relativamente joven, destacado ex esgrimista, profesional y casado con una actriz.  Esperemos que pueda aglutinar fuerzas y llevar a la tricolor a nuevos niveles lejos de Macondo.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Abro los ojos y ya

No ofendo y no perdono, me cuesta perdonar.  Los leo, los intuyo, los conozco.  Son cercanos, en teoría, lejanos en la práctica. Fueron parte de mi y ahora son nada para mi.  Dejo que se acerquen, cuando quieren, sin insultos, los trato más o menos bien, pero el vacío que siento hacia ellos es inmenso.
Trato de no sentir rencor, sin apasionamiento, como cristiano quizás, pero la rabia me absorbe, me consume. Siento que son ignorantes, que son buenos y luego dudo y pienso lo contrario y me alejo, hasta perderme, lejos, muy lejos, donde no me encuentren, y pasen años y no los reconozca y ellos no me reconozcan.
Me alejo buscando espacios, para no sentir rabia, ni deseos de gritar y poder continuar en calma, quizás recordando un fugaz recuerdo de lo que fueron y ya no son.
No dan, no es posible, es muy difícil, su mundo no se los permite. Dar para ellos es veneno, es algo prohibido, es algo que yo no entiendo y jamás entenderé.  Porque para mi dar es todo, sin ello no vivo, no respiro, muero.  Para ellos, es todo lo contrario, es perder, es caer en el abismo de la gratitud, perder el vuelo de primera clase, y perder lo material que es efímero al final.
Trato de no juzgar, pero es tan obvio, el egoísmo, que no hay ni que juzgar, solo abrir los ojos y ya.

martes, 6 de septiembre de 2011

La Vida

La vida es corta, muy corta. Al menos ésta, la presente, la que tenemos de frente a nuestra nariz.  Ésta, no las anteriores que define Brian Weiss, ni las que vienen.  Es una vida única, que hay que cuidarla, valorarla y entenderla.  Es una donde crees que hay unos vínculos, unos entendimientos, que a veces ocurren y a veces no.  Es una donde hay amigos, los pocos, y conocidos, los muchos.
Es una vida donde la línea es fina, muy fina, entre una sonrisa y una lágrima.  Donde un buenos días se convierte de momento en un buenas tardes y en un buenas noches.  Es una vida donde escoges si compartes veinte dólares con unos amigos para comer en una buena fonda o si te vas solo al restaurant de lujo.
Es una vida donde aparecen figuras confusas, simpáticas, radiantes, que al rato resultan ser más de lo mismo, camuflageadas con simpatía nada más y quizás con algún nombre mayor.  Figuras que impresionan de momento y nada más.
La vida es una que te permite escoger.  Estar con tus hijos, con tu madre, con tu padre, con tu esposa, con Dios, o perderte en compromisos tuyos que meramente son eventos sin mayor trascendencia que en tu mente son algo grande e indispensable.
La vida es no afanarte, no obsesionarte, no adentrarte en exceso en mundos que desconoces.  La receta es adentrarte en lo que conoces y salpicarte un poco con lo desconocido, para no aburrirte.
El rencor y la venganza son juegos tontos, que solo te agreden y te marginan y te preocupan y te hacen pequeño.  Mejor sigue tu camino, olvida y busca nuevos senderos que siempre aparecen.
La vida, una sola, corta, eterna.


viernes, 2 de septiembre de 2011

Besitos en el Cutis

Ya me canso de la crítica, si para qué si a nadie le importa, siguen igual, en su mundo, en sus cosas.  Es mas, se preguntan si me pasa algo, si estoy agriao, ¿de qué habla?, ¿está loco?, que se vaya a echar un polvo o a tomarse una cerveza.  Si porque lo superficial es lo que vale, no darse por aludido, si la vida es buena, es chévere, es cuestión de saber vivirla. 
Pero, no es tan fácil.  Hay gente que estudia mitad de una vida y está igual que cuando empezaron o peor.  A punto de perder el carro, a punto de mudarse a casa de sus suegros, a punto de maldecir, y a punto de callarse la boca y el lápiz y no escribir mas na.  Si, porque hasta la libertad de expresión es una pendejada, porque hay que ver si te pasa algo, o si habrá dormido mal o si tendrá algún trastoque en la azotea.
Si, porque es bien fácil seguir andando, y no dándose por aludido.  La conciencia no existe ya, eso es un apéndice, un periódico de ayer. Ahora lo nítido es el IPAD, el sistema de navegación y la cámara en reversa del auto último modelo, el Facebook y el chateo cibernético.  Y tu prójimo que cargue con su cruz.
Pues a mi también me importa poco. Me importa poco el político que se esnuó y renunció, y la alegada solución del status político y la hipocrecía y el auto de lujo y el viaje a Francia.  Y me importa poco el filet mignon, y si Daddy Yankee vendió un millón de copias, o si le cantan cumpleaños a la vecina. Ese es el antídoto contra el veneno que vivimos.  Si, porque en la medida que te involucras en esas necedades, te involucras en la necedad de la vida.
Mejor me voy a una playa, o me meso en una hamaca o le doy comida a un gato o hablo con un niño, o quizás converso con Dios a solas, sin adornos; lo simple, lo inocente, eso es lo que vale.  Si, porque los que tienen más de 16 ya no tienen vuelta atrás. Es finge que te finge, besitos en el cutis por aquí, besitos en el cutis por allá, ¡oye que bien te ves!, en lo que te pueda ayudar…, ¿rebajaste?, ¿quieres quenepas, traje de Ponce?, ¿quieres pon?, menudencias, pendejadas, para hacer como que tu le importas y a mi plin.
El dinero, ser rico, vivir bien, a mi plin.  Que se queden con él.  Que se lo coman como frostin de Sara Lee dañao.  A mi que me lleven a otros mundos, al de un café colao hecho con manos genuinas, o que me vendan un buen aguacate de Gurabo en su punto o un Lincoln del 70 sin cuenta y sin problemas, y que se coman con frostin dañao el Mercedes AMG. 
Es que hablar estas cosas es como disco rayao, es como liberarse y volver a encadenarse ante la insensibilidad que se disfraza de lo contrario.
No, y te dicen que todo va a mejorar, que la entrevista va a llegar y el trabajo anhelado va a llegar, y vas a vivir tranquilo sin contar vellones y búscate un part-time y sigue estudiando hasta que te mueras y pide prestado quizás, y méntale la madre y luego dale un beso en el cutis también. Es la locura del finge finge, de que soy tu pana incondicional y realmente no me importas na.
Vaya pana, me liberé, te cogí otra vez, siéntate a esperar, vengo luego, a fingir otra vez y a darte otro beso en el cutis quizás…


lunes, 29 de agosto de 2011

Irene

Al oír su nombre recordé a una muchacha que conocí brevemente en mi adolescencia.  También pensé en que es un nombre de mujer atractivo, femenino, si es que podemos pensar que hay nombres de mujer con rasgos masculinos.
En fin, Irene, la de ahora, la de moda, la tormenta con aires de huracán, es de esas cosas que trastoca. No como Hugo que era un monstruo, pero trastoca como quiera. 
Los fabricantes de salchichas aumentan sus ventas, al igual que las panaderías que no dan abasto con el pan sobao.  Ni hablar de las bolsas de hielo, o las gasolineras que albergan filas de dementes en espera del fin del mundo.
Los periodistas son variados.  Unos te matan del corazón con sus pendejadas donde describen la tormenta como un Huracán Tipo 5 o que tiene vientos que oscilan entre tormenta tropical y huracán cuya imprecisión confunde hasta al más cuerdo.  Hay otros periodista más realistas pero son los menos, muy menos.  Es que la tragedia, el pánico, el morbo periodístico, el terror y el miedo venden.  Hay que meter miedo a la gente, porque eso vende, cautiva al ignorante y al no tan ignorante.  Los del Canal 11 son especialistas.  Se maquillan con “heavy make up”, con tez blancusina, y ojos de vaca cagona y te joden la mente, para que compres salchichas para un mes y tripliques la compra de pan sobao.
La gente en la calle corre en desenfreno a meterse a la casa catorce horas antes del evento, para prender las velas a la Virgen de la Guadalupe, o la del Carmen o a San Judas Tadeo.  Los nenes celebran pues la escuela sale del panorama y no tienen que ponerse el incómodo uniforme que pica o los zapatos duros de cuero.  Los empleados públicos celebran pues no tienen que virar huevos, bueno los que viran huevos, no todos. Los privados celebran porque no tienen que exprimirle la vaca al capitalista que los exprime a ellos  día a día. Los desempleados y buscones piensan qué reclamarle a FEMA y de seguir procreando en plena tormenta para recibir más cupones.
Sufren en medio de la tormenta los vendedores de carrito de “hot dog” o tripleta, o los vendedores  de carro que en tiempos buenos apenas venden, o los mensajeros de motora de bufetes de abogados o el porteador de periódicos en las luces, que en tiempo de tormenta deben pedir un “rain check” para vender sus chucherías en tiempos mejores.  Sufren también los perros realengos, los gatos sin hogar, que deben buscar refugio debajo de algún carro, o árbol o a saber donde.
Están los padres de niños pequeños, a veces con catarros que explotan en media tormenta, limpiando mocos, y explicándoles porque los muñequitos se han ido del aire y ellos protestan con indignación.  Y a inventar juegos de peleas de Súper Héroes, o de un, dos, tres pescao, o a correr patineta en medio de charcos, o contar cuentos y más cuentos.
Están los ricos, que no sufren, ni se dan por aludidos, es cuestión de prender un botón para que la planta funcione y tener el teléfono a la mano de la compañía que está “on call” por si a la planta le pasa algo.  En la nevera tienen “sushi”, “blueberries”, vino blanco y todo lo apetecible.  Tienen sistema de cable e Internet garantizado por modos que solo ellos conocen.  Pueden mantenerse con vida de rey por al menos dos semanas, suficientes para que el desorden se convierta nuevamente en orden,
Y para muchos la peste a chivo es grande, no bañarse en 48, o 72, o no sé cuantas horas, y no afeitarse, con apariencia de deambulante, y que no puedas dormir ante el silbido o rugido del implacable viento, o que se te quite el hambre ante el “stress” que te come y no te deja quieto.
Y está el que duerme como un ángel, que le importa un bledo, o que se mete una pepa y una “Budweiser” y duerme todavía mejor, o se pone a jugar dominó o damas o bingo como si nada, como si fuera un pasadía a disfrutar en familia, a conversar y hacer chistes y anécdotas o quizás aprovechan y leen una novela que tenían pendiente.
Y están los “workaholics”, que siguen trabajando, produciendo, desde la casa si no hay otro remedio, pero produciendo, si produciendo, porque el trabajo es necesario, dignifica y es la bujía que los mueve.
Y que me dicen de los informes del tiempo amorfos en fondo blanco y negro en la pantalla de televisor, que emite la radio también, que comienza con un sonido que estropea oídos, y audio casi inentendible y que termina con el mismo sonsonete y te pone los pelos de punta con las versiones en voz de ultra tumba que anuncia inundaciones repentinas y las tantas pulgadas de lluvia que afectaran a tal y tal municipio.
Está el tarado con titulo de “IVY League”, de “Harvard” o “Yale”, que se preocupa si al otro día del evento hay banco abierto, o el consumerista innato o las viejitas patitas calientes o el que va a disfrutar aire acondicionado, que se preocupan por la apertura de los “shopping centers” lo antes posible.
Está la gente que prende los radios a volúmenes insostenibles, a volúmenes de concierto de Maná, en un desconcierto de emisoras AM que anuncian desastre que te vuelan la cabeza de paranoia huracanesca.
También está el que tiene eventos pre-tormenta que lo preparan para el mal rato  cuando no le prende la dichosa planta eléctrica cuyo volumen puede ser detestable y cuyos humos asesinos intoxican hasta a un maratonista de pulmones sagrados. O el que se le rompe la cortina que debió haber cambiado hace siglos.  Ni hablar el que se le mete agua en la casa apenas cae algo de lluvia.
Está aquel que le gusta hacer ejercicio al aire libre, correr, jugar al tenis, baloncesto, y maldice a la tormenta porque le arruina su rutina sagrada que cuida con recelo, más que a sus propios hijos.
Lastima da el que está enfermo, o que padece del corazón, de asma o el diabético o el loco, que tienen que chuparse los vientos y la lluvia y mantenerse “cool” sin que le de un síncope, o un ataque de pánico o un paro respiratorio. Si, porque nadie se mete en un carro por un Expreso a vientos de 70 millas por hora a correr a un hospital y menos una  ambulancia va a llegar a una casa bajo esas condiciones.  Es acampa frente a Emergencia o atente a las condiciones.
Está también el que tiene que ir al trabajo en plena víspera de la tormenta, los de confianza, que van a firmar, a dar cara par de horas  a tapar con cinta adhesiva alguna miserable computadora y vuelven estropeados a sus casas a intentar recargar baterías para ir al otro día a la rutina del nunca acabar.
Interesante también son las conferencia de prensa presididas siempre por el gobernador de turno con su “yaquesito” impermeable combinado con su pelito nunca mojado y peinado con “blower”. Le secundan los genios del tiempo que hablan con tono ansioso como “Nostredamus” confundido e incongruente haciendo pronósticos que oscilan desde leves lluvias hasta el maremoto de Tailandia.
También esta el osado, el que “surfea” en olas de 20 pies, o el que destapa alcantarillas y recoge escombros en plena catástrofe, o el que se mete con las guaguas cuatro por cuatro a quince pies del rio para ver la crecida, o el que se va a buscar jueyes en el Rio Comerío en plena tormenta o el que meramente sale a sentir el viento de setenta millas o a recoger agua en cuatro baldes para bajar los inodoros cagados  ya que sabe que al otro día el agua de acueductos será inexistente aun con el exceso de agua caída.
Luego esta el evento post-tormenta, el de aliviarse, el de la catarsis.  Es como llegar moribundo a la orilla luego de haber nadado catorce millas y media en la boca del Morro.  Las emisoras de radio son sinfonía infinita de quejas. Doña Yeya de Camuy que le da gracias al Espíritu Santo y al Divino Niñito Jesús y a Charlie y al Papa Juan Pablo 2, no al alemán Benedicto de ahora, y a la Virgen de la Providencia, por haber restablecido la luz y el agua, y está el que comenta de las mil cuatrocientas cuarenta y cinco ramas que han caído al borde de la carretera, o los miles que dicen que no tienen luz y agua y así ha sido desde 24 horas antes de pasar la tormenta, o el que llama para protestar por los precios que hubo de gasolina o de comestibles, o el que está perdido y no sabe si trabaja o no o si su hijo debe ir a la escuela cuando ya media humanidad sabe que no hay trabajo y escuela, o el que se lamenta porque no hay cable o “Facebook” y su vida se va en picada o el que se le metió agua en la casa o se le voló el techo o se le cayó el palo de mango de cien años o el que se le fugó el perrito “poodle” y ofrece 500 dólares de recompensa o el que hace campaña política en la radio a destiempo total o el que habla del Equipo Nacional de baloncesto cuando en ese momento a nadie nadie le importa o el que ya no existe en este plano porque se lo trago el rio o recibió una sobrecarga eléctrica.
En fin, la tormenta, sea Irene, Facundo o María, le trastoca el espíritu, y el alma a cualquiera, pero sin ella, sin la lluvia, el viento y los sinsabores que trae, nos veríamos imposibilitados de ser parte de nuestro adorado Macondo…

jueves, 4 de agosto de 2011

El Tartamudo

El hombre fue niño, si niño. En aquel  entonces no media su energía, ni sus pasos, ni lo que decía.  Era veloz, el más guapo, el más gracioso y popular.  El tiempo y espacio no existían, ni los prejuicios o el rencor.  Sus anteojos de concha negra o marrón le daban un aura de intelectualidad precoz.
Era feliz, sin peso, sin miedos.  Pero la Vida se encargaría de bajarlo a la Tierra.  La muerte de su hermano, el divorcio de sus padres, el padre ausente.  También, la Vida le regaló amigos con puñal de hierro corroído.  El camino de rosas y de hiel le trajeron drogas sicodélicas de manos de demonios disfrazados.  Se perdió en el bosque de la fiesta, de la academia y el sin sentido. Los traumas le quitaron su seguridad de niño, le alteraron su dicción y le convirtieron en tartamudo tarado, victima de burlas de sus alegados amigos.
Vivía por instinto, por obligación, por miedo a no quitarse la vida.  El tartamudo miraba a la muerte como una salvación pero le temía de igual manera.  Vivía confundido entre oraciones fluidas y otras dichas con excesivo trabajo.  Sus amigos pensaban que era gracioso como lo es un ciego cruzando una calle o un sordo rebelde ante el mundo.
Sobrevivió a los textos de intelectuales y a las formulas aritméticas.  Se convirtió en hombre y padre.  La muerte le seguía atrayendo, las calles doradas y volar sin esfuerzo en aires profundos, donde seria joven otra vez, sin complejos, sin prejuicios.
Se quedaría dormido al volante, o perdería el balance en algún sitio. Moriría rápido, de manera fugaz, sin despedidas.  Cruzaría el puente de la Vida y la Muerte, donde su dicción fuese perfecta como debía ser, al menos en los ojos de sus burlones amigos.
El hombre tuvo hijos y una esposa.  Estos y nadie más le borrarían en parte las tinieblas, el deseo  de morir.   El puente entre la Vida y la Muerte se cerraría por un tiempo, hasta nuevo aviso.
Mientras tanto, el tartamudo,  con dicción pausada y fingida, mentirá y hará ver que está fresco, sin golpes, y sin amigos de puñales de hierro corroído.

Ellos, Dios y el Diablo

¿A quien van a engañar Ellos?  El hombre representa a Dios y al Diablo en la Tierra y contiene lo mejor y lo peor de ambos.  Mantiene un perfil neutro, delicado, vulnerable, inconcluso, obtuso e imperfecto, rayando en lo estúpido. Simula dejadez, olvido, problemas financieros y personales.  Demuestra cualquier cosa para confundirlos.  Aparenta tener los mismos gustos terrenales, y búsqueda del placer, como Ellos.  Simula ser egoísta, como Ellos.  Todo para ver su reacción o falta de acción.  Los observa detenidamente, como tigresa antes de atacar a su presa. 
Ellos creen que tienen el Cielo gano, son bondadosos, piensan ellos, visitan frecuentemente la Iglesia  o son ateos buena gente, viajan con frecuencia, y son queridos por sus amigos de alta sociedad.  Todo es perfecto, con un ocasional catarro o cotejo medico, típico de un ser humano, 
En ocasiones se salen de su camino y procuran al hombre, al que contiene a Dios y al Demonio sin Ellos saberlo,  Lo procuran para que la conciencia esté limpia,  tranquila, y el Cielo esté gano.  Juegan sin saberlo a la ruleta rusa, a enfrentarse algún día con Dios y con el Diablo, no con el hombre que los representa, sino con los Verdaderos.
Ellos piensan que han luchado, que han sufrido, que deben proteger su fortuna ya que se lo han ganado.  Creen que confunden al hombre, al que representa a Dios y al Diablo, y también al mismo Dios y al Diablo, a los Verdaderos, los que esperan, pacientes, como tigresa  ante su presa, para enseñarles su vida, cuando mueran, en una película, una que no miente, que va mas allá de mostrarles sus viajes al Tíbet o Europa, o sus cotejos médicos o sus visitas ocasionales a la Iglesia o su alta inteligencia y sapiencia.
Ellos son castos, perfectos, inmaculados, siempre tienen la razón, y el que los injurie paga el precio del desprecio, del desdén y de sinónimos peores.  Al tiempo, quizás, se olvidan o pretenden olvidar,  se dirigen al hombre, sin saber que sigue siendo el Dios y el Diablo, y que tampoco olvida.
Ellos se juntan, frecuentan el restaurant, el lujo, la Iglesia, la tienda y el placer.  Se sienten que han luchado, sin saber lo que es lucha, o si lucharon, hace mucho tiempo de eso.  Lo tienen todo y tienen nada, jamás se dan por aludidos y el que los enfrente paga el precio del desdén, del desprecio, al menos por un tiempo.
Ellos creen ser sabios, pero realmente son arrogantes, viven de la mentira, de dar consejos en el aire, con hipocresía banal, de esa que se siente de inmediato, por el aura, por los sentidos, y que atraviesa el más profundo mar. El hombre disimula, recibe el consejo, y observa, como tigresa ante su presa,
Ellos son avaros, egoístas, de ellos y para nadie, no dan nada material, quizás regalan un almuerzo o alguna prenda de vestir o alguna centavería en un buen día, de esas que no son indispensables, que pueden ser dadas para salvar la conciencia y pensar que tienen el Cielo gano. 
Ellos saben que hay gente que necesita, que realmente necesita, pero ellos han luchado, piensan ellos, y no se dan por aludidos. Lo de Ellos es de Ellos y no tienen obligación con nadie. Entre Ellos se estiman, se pasan la mano, calientan el asiento de cuero de su auto de lujo con sus culos viejos y desgastados, pensando que han luchado, que se lo merecen, y que están bien con Dios y con el Diablo y que tienen el Cielo gano.
Ellos, marionetas producto de su propio ego, capaces de destruir sin duda a cualquiera, hasta a ellos mismos, sin darse cuenta.  Ellos, algún día, sin darse cuenta, sin querer, sin prisa y sin pausa se sentaran ante Dios y el Diablo, con los Verdaderos,  y se darán cuenta que nunca tuvieron el Cielo gano.
El hombre, en ese momento, entre la Vida y la Muerte, en ese puente, los observará, como tigresa ante su presa, sin poder hacer nada, con compasión y crueldad, la misma de Dios y del Diablo y de Ellos.

viernes, 17 de junio de 2011

Safari

Los animales exóticos en el Museo se veían reales pero estaban muertos, sin alma presente.  Exhibición cara, educativa y deprimente.  Matar animales y exhibirlos para crear conciencia sobre la preservación de éstos, decían frescamente y con ironía los anfitriones de la velada.  Esa noche se efectuaba la presentación de un libro sobre cacería en el glorioso museo; se idolatraba y veneraba la matanza de animales en peligro de extinción.
Comenzaba la presentación del libro escrito por una dama de alta sociedad, una que participó de 15 Safaris al África.  Safaris para matar y para recrearse, donde aprovechas y ves el amanecer espléndido y das de comer a la aldea al matar a tu espécimen, según ellos.  Viaje de placer, de ir al otro lado del mundo, a saciar tu lado asesino.  Actos barbáricos legalizados a fuerza del billete y del contrabando.   Violación de derechos, que sin duda los animales también tienen, o deberían tener.
La dama, la escritora, tenía un colmillo colgado del cuello que provenía de alguna cacería, o quizás de alguna boutique fina.  Ese era el look para la ocasión, con estampados de tigresa en la blusa y colmillo en el cuello.  Tranquila y fríamente, con algo de intriga y suspenso, narró la matanza de dos leonas culminada por su dedo en el gatillo.  Narró como, antes del crimen, las leonas se devoraban la carnada, ignorantes al señuelo de traición y de entrampamiento.  La dama narró la aventura, la adrenalina, el gozo de cazar.
Le hizo coro un gordo, de esos gordos alegres, de esos que respiran con dificultad y cuando se ríen, se quedan con menos aliento aún.  Este duplicaba los viajes safaris de la dama y los vendía al público como un pasatiempo de recreación, de compartir con los panas y de ver el mundo.  Además, hasta su hijo le acompañaba en los viajes, extraña forma de fomentar la relación paterno-filial.
El público de la velada era diverso, todos de  sociedad claro está, de alcurnia campechana y alegre, de dar aplausos vigorosos cuando se narraban las anécdotas sangrientas y misteriosas.  Jueces, siquiatras, políticos y empresarios, casi todos machos, se deleitaban ante las anécdotas de la amazona inyectada con “botox” y del gordo alegre y sin aliento.
La dama, la gran escritora, donaría algunos ejemplares de su obra literaria al museo para que los vendan y recauden fondos; gran obra filantrópica que se une a la gran obra de matar al elefante o al león para así alimentar a la aldea. Sin duda, la dama tendrá el cielo gano.
Al gordo, al que no tiene aliento, a ese le dieron la placa como “Miembro Deluxe” del Club Safari.  Solo pocos obtienen esa distinción.  Él, alegre, sin palabras y sin aliento, lo aceptó con orgullo y con lágrimas de cocodrilo en sus ojos.  Sin duda, el merecidísimo premio le daría aliciente para acudir al menos a una decena más de expediciones.
Cacería, viaje macondiano al mundo de lo irreverente, de lo anti natural…

lunes, 6 de junio de 2011

Pablo


Pablo era un ángel. Lo había sido por miles de años.  Ansiaba ser niño.  Jugaba entre las nubes, caminaba por las calles doradas. Cantaba sin cesar, alegre eternamente.  Pero Pablo miraba hacia abajo. Veía a los niños jugar en las calles, caerse de sus bicicletas, aguantar la respiración debajo del agua y llorar por un helado.  Algo le decía que esa imperfección era interesante.  Pablo no era pretensioso. No tenía que ser el hermano mayor, ni ser líder. Él podría ser el que siguiese órdenes, al que le corrigiesen, el último en aprender a leer en la casa.  Transaría por heredar la ropa de algún hermano mayor y de entretenerse  con balones ya usados.  Peluches y robots rotos serían bienvenidos por el pequeño ángel.
Pablo no tenía un plan.  Dependía del destino, de la suerte y de la voluntad.  Para  salir de su mundo celestial, tenía que combatir prejuicios y circunstancias, a la inflación, al costo de vida, a los pañales de diseños caros, y leche fórmula con precio de vino tinto, de cosecha de los noventa.
Pablo caminaba por las calles doradas y soñaba con un mundo imperfecto, de risas espontáneas  y de machucones en las rodillas.  Pablo, ángel milenario, con esperanza infinita…

viernes, 3 de junio de 2011

La Competencia

Competencia literaria de cuentos. Farsa fantástica y fatídica.  Tipos estereotipados con ínfulas grandes y egos mayores.  De los competidores estaba aquel con el machete “King Size” en la cadena de oro catorce kilates, la riquita de apellido fru fru, el del rabo largo con cara de chico malo, el bohemio de pasillo con sombrerito rebuscado y la mujer con aspecto adolescente. 
Los cuentos eran insólitos.  Aquel que se hizo macho cuando mató al “pai” porque violaba a su “mai”. O el que se meó encima luego de que se le resistieran al asalto. O la que menciona a Jim Morrison en un Ipod, o la que fue a una galaxia y resultó que estaba en el Paseo de las Estrellas de Hollywood.  Ah, y ni hablar del impactante cuento que consistía de una oración. O el que escribió un texto donde decía que se iba antes de terminar la competencia.  Joyas literarias sin duda.
El moderador era un tipo intelectual, con pretensiones de locutor.  Si, de esos escritores con mucho título, mucho pedigree y mucho guille.  Si, de esos profes cincuentones que creen que las estudiantes de 20 se babean por ellos. 
Los jueces de la competencia, esos si eran espectaculares.  Uno de ellos, dueño o presidente de una librería. El otro caminaba por veredas similares. El tercero, un alegado crítico literario ganador del premio no me acuerdo cuál. Si, de esos que se sonrojan cuando hablan de ellos mediante su curriculum vitae y que les encanta el reconocimiento para que su ego crezca un chispito más.
Treinta cuentos, treinta individuos con alegadas mentes creativas. Uno de estos admito fue bueno, chispeante y original. El resto, dignos de triturador de papeles. Digna competencia para reírse y tirarse un buen peo en el receso entre cada cuento.
Competencia de cuentos, reflejo de nuestra sociedad enferma que destella violencia, bipolaridad y transculturación extrema. Reflejo de nuestra indefinición y de que el carro prende pero no camina.  Reflejo de mentes esclavas y de ilusiones sin sentido.
Pero, en Macondo, hasta los cuentistas tienen sus días de destello, de aplausos anémicos y de fanfarria con hemoglobina decaída.
3 de junio de 2011

El nacimiento (versión corta)

Mi esposa estaba a punto de explotar, no de una jartera, sino de la barriga de nueve meses plus.  Ese día veíamos “plácidamente” por t.v., a eso de las 12 de la noche, a Jim Jones, aquel que indujo a cientos a tomar “Tang” con cianuro.  De momento oigo en la lejanía: “Vámonos, que rompí fuente.”  Nos vestimos como locos y a “jullir”.  Es curioso que estos eventos de emergencia me dan vía verde para convertirme en conductor de Fórmula 1, uno de mis tantos sueños.
Llegamos al “Ashford” y meten a la “preñá” a un cuarto.  A mi me sientan por un pasillo, afuera, con el estrés “trepao”, viendo un juego de “Lakers” y “Celtics”, empatado a 40.  Me acompañaba en ese frío y blanco piso una nevera de refrescos y uno que otro empleado con aspecto fantasmal.  Con los Lakers arriba por cuatro, me dice una norsa que entre.  Yo, viejo ya para ser primerizo en estos asuntos, veo a mi esposa, puja que te puja y pidiendo un “pullazo” de morfina.   Lo que le inyectaron no le cayó bien o el espíritu de Jim Jones nos visitó y le metió un poquito de aquel mejunje en la vena.  Entre respiración kundalini yoga y el puja-puja venía un apetitoso buche de vómito, que en el caso de las “preñás” se multiplica por dos por lo mucho que comen las contrallás.  Que lindo preámbulo para la llegada de nuestro primogénito. 
Diez horas después,  a eso de  las 11 a.m., llegó el ginecólogo que se veía “matao”  y dijo: “Chacho, aquí “trasnochao”, me indigesté y no pude dormir anoche, tráiganme un café.”  Si por mi fuera, lo sentaba en el banco de los Celtics. 
Me pusieron una bata para presenciar el magno evento.  En mi despiste y moronidad tecnológica, y en plena cesárea, le pregunté a la preñá qué botón se aprieta para que la cámara prenda.  Por fin, entre fotos y cuchilladas, nació el más esperado entre risas y lágrimas.  Amén.    
(Versión corta y editada de cuento escrito en el 2007. La original está en algún lado, espero…)- mayo, 2011


jueves, 12 de mayo de 2011

Día en el 18

La U.I.A., unión obrera local, amenaza con sangre, es decir que correrá  sangre.  El nuevo Secretario, sin título de Lcdo., pero con rectitud, busca alternativas.  La prisa impera en un mar de papeles legales.  Cubículos de abogados que parecen peceras, sin filtros de limpieza.  Secretarias semi-analfabetas que le mentan o casi le mentan la madre a los obreros antes de que se la menten a ellas. Abogados que entran a distintos turnos sin saber si van o vienen, con la esperanza de coger (o tomar si es en Argentina) el nuevo elevador instalado por DEYA, que parece del Hotel San Juan, pero que todavía no da pie con bola en el sube y baja y el baja y sube.
Llega la respetada Directora del Negociado que en 30 años no ha pisado un tribunal.  Un abogado grande, calvo, tipo Mr. Clean, comenta del concierto de Daddy Yankee en el Choliseo, que no tiene parking. La abogada nueva, pero no novata, linda pero lista, acaba de llegar en el autobús (ella rehusa decirle guagua ya que encuentra inconcebible usar ese término) y no usa su coche (odia la palabra carro por ser un vocablo ordinario) ya que es absurdo “caer en un tapón si vives a dos millas del trabajo”.  Hace su aparición el abogado pelu, que dice ser deportista.  Ese día por poco llega en traje de baño a la oficina pues era el día de la natación.  Él vive más combinando sus deportes que ejerciendo su profesión, y así alega se mantiene cuerdo.
El baño del piso 18, piso donde ubica el Negociado de Asuntos Legales, es sui generis.  Hablemos del baño.  Humo cladestino y orín multiforme son la pareja perfecta en este pub, antro del entretenimiento y tertulia.  Es el sitio ideal donde se dan conversaciones de inodoro a urinal de manera remota y aérea. Entre colillas y peos se dialoga sobre lo último que decidió el Tribunal Supremo y se critica de manera coloquial a políticos y jueces, sin distinción alguna.  Cuando sales del pub, algunos osados, con disimulo, tratan de divisar un culo (linda rima, no?) en el baño aledaño, sacro y femenino.
El 18 tiene vista de Penthouse.  Sueldo de hambre pero vista espectacular y si tienes suerte divisas los aviones que transportan a los ricos y famosos.  En momentos de crisis y “stress” te asomas a la ventana y te vas en un “trip” que es mejor que el LSD de los “hippies” de los 60’s.
En el 18 el chisme va y viene.  Se habla de la pata (o pierna) coja de aquel, del “affair” del otro, que si aquella se acuesta con éste, que si es gay o no, que si llegó 31 minutos tarde y firmó como si hubiese llegado a tiempo, que si usa o no Viagra, que si es o no un “pesao” y si el querellante obrero es un H.P. o no. En fin, es un deleite de bochinche que parece un mosaico espléndido de dimes y diretes que a la hora del “break”, y del no “break”, no gusta pero entretiene.
De momento, llega al 18 el abogado de McConnel, Bufete prominente con nombre de abogado muerto hace décadas.  Reverencia a doquier pues es un profesional “high class”, de la Milla de Oro.  Bésenle el fundillo o te aplasta, que esos Licens de alcurnia y de seda son como los “Super Heroes” de los “Comics".  El tipo vino a ser un Relevo, circunstancia donde botan elegantemente a cientos y de paso se ordeña la vaquita (igual a facturar y sacarle chavos al mega cliente) y en una hora sentado, mirando al techo, se mete al bolsillo quinientos pesos.  Y, a fin de año los Socios lo premian con un Bonote (Bono grande) para irse a Francia a tomar champagne del bueno.
El viernes en el 18 es un “party”.  “Happy Hour” mental desde que llegas.  La Madre el que trabaje.  El “coffee break” ese día es de 9:00 a 10:30 a.m. y a las 11:00 a.m. te vas a almorzar y regresas, si regresas, a las 2:00 p.m. Ya a las 3:00 p.m. estás recogiendo y a las 3:45 p.m. te vas por las escaleras y el lunes dices que se te olvidó ponchar o que el nene te llamó del Colegio de emergencia con dolor de cabeza y te fuiste como un loco/a a buscarlo. También, el viernes las féminas vienen con mahoncitos bien pegaitos o falditas cortitas y hacen planes todo el día para el “jangueo”.  Es que el viernes en el 18 no hay reglas y la Madre el que diga lo contrario; es ple ple y total anarquía.  El Jefe que se vaya a freír espárragos y si quiere que se siente él frente a la computadora y saque el trabajo.
En el 18, nadie sabe donde están los expedientes.  80 tarjetas de entrada y salida y Archivo siempre dice que el otro tiene el expediente aunque hace 3 semanas que fue devuelto.  Por otro lado, las computadoras en vez de simplificar forman la de San Quintín.  El email nadie lo domina y nadie quiere aprender a usarlo ya que te conviertes en el recipiente y originador de todas y cada uno de los un millón y medio de emails que llegan diariamente al 18.
La hora u hora y media o dos horas…de almuerzo es el oasis en el desierto. En ese tiempo las penas no existen y como dice Celia Cruz- “La vida es un carnaval”.  Está el grupito de la mesa redonda, como la del Rey Arturo, pero con el toque criollo y cafretón.  Cada uno calienta en el micro-honda y en una especie de ritual, entre místico y pueblerino, hablan de todo un poco, desde el hijo drogadicto de uno, del perrito enfermito del otro o de cómo se comió 10 hot dogs con todo y se bebió 25 Coronas bien frías durante el fin de semana.  En fin, desbordas tus penas, eres el Rey del chiste o meramente te sientas como un “zombie” a escuchar tonterías.  Y, si eres listo le cacheteas un poquito de flan o el arrocito con pollo al vecino de la mesa.  Valga mencionar que este grupo descrito es el lumpen del Negociado, pero orgullosos con O mayúscula.
Los abogados, a la hora de almuerzo, van a la cafetería, a darse el guille que pueden gastar todos los días 6 pesos y que son importantes. Se sientan y se regodean con sus corbatas y se distinguen del resto.  Son la elite, el caviar del Departamento, los abogados del 18 son, como diría un filósofo de la 23 abajo, “la última Coca Cola del desierto”.  Degustan chuletas y pollo indiscriminadamente, pierden el caché con cada bocado cafrondo.  Su viaje al placer les lleva inicialmente a utilizar finamente los utensilios plásticos, pero terminan desgarrando con sus manos canibalescas las doradas y grasientas chuletas.  Y, luego de la “jartera”, critican que lo ingerido no estaba a su gusto.  Como “postre” se intercambian chistes rojos, anécdotas de tribunal de índole impublicable y quizás se sienta en el ambiente un peo silencioso pero malamente oloroso, con matiz de carne frita mal digerida.  Pero a la 1:15 p.m., a menos que sea un anárquico viernes, se marchan como focas amaestradas y suben en el esplendoroso e inservible ascensor al 18. Ah, pero antes de reanudar las tareas legales,  2 o 3 abogados salen del edificio y prenden 2 a 3 cigarillos a modo de culminar tan deleitoso almuerzo y hora de tertulia amena.
El 18 no es tan malo como lo pintan.  No hay salarios de rico pero te llega el chequecito seguro. Tienes 30 días de vacaciones al año y no eres esclavo de un Bufete inmisericorde que te exprime por 14 horas diarias, quizás 6 ó 7 días a la semana.  Los abogados androides de Bufetes no saben lo que es una playa o una Misa, al menos de manera consistente.  Viven y duermen ordeñando a la vaca, que a veces se pone flaca.
Pues volviendo a las bondades del 18, cada tantos días hay una fiestecita y todo se paraliza, la Madre si no participas.  En las Navidades, las parrandas son 24/7 en todos los pisos y gozas bastante.  Si tienes suerte hasta marido o esposa consigues y los “hardcore” se buscan su chillita o amiguita, que suena más “light”.
No se equivoquen. Se vacila pero se trabaja. Las agendas de los abogados están repletas y las secres trabajan por dos.  Recuerden que el Negociado atiende mayormente a los menesterosos y pelaos, que son miles literalmente, por ende el trabajo es mucho, mucho.  Si te descuidas, los expedientes se multiplican a cientos y te chupa la bruja. Hay que ser Bravo pa’ trabajar en el 18.
A fin de cuentas, el 18 es una aventura.  Si sabes bregar con sus losetas y plafones y momentos de “stress” y crisis sales a flote y eres más o menos feliz.  Es cuestión de buscarle la vuelta y saber cómo y cuándo tomar el dichoso ascensor para llegar a tu destino próximo. Y, como diría un fiel empleado gubernamental de raíces macondianas: “cógelo suave, que es pa treinta años.”
Este Macondo fue escrito en el 2005 si no me equivoco, cuando todavía era yo seminarista.  Lo refiné ahora en el 2011 cuando estoy a punto de ser beatificado en vida.