viernes, 14 de diciembre de 2012

Esto es Mío

“Liquídame las vacaciones acumuladas y días por enfermedad acumulados.  Yo no me enfermo jamás, soy un caballo de hierro. Vacaciones, ¿para qué las quiero? Hay que servirle a mi país, meter mano.”  Así decía el saliente alcalde a la Mis de Recursos Humanos ante su inminente partida de la poltrona municipal.
Sería interesante violar si se puede la famosa Ley HIPAA y mirar esos expedientitos médicos a ver si el flamante alcalde agarró algún  catarrito y fue a consulta.  O quizás darnos una vueltecita por la agencia de viajes y ver si alguien nos chotea sobre las reservaciones a Las Vegas o a Paris.  Pero no, ¿para qué hacerlo? Si ese alcalde o alcaldesa  y esos subalternos se comían esa oficina y llegaban a las  7 a.m. y se marchaban a las 11 p.m. “non estop”.  Si, porque ellos se lo merecen, hay que liquidarles esos días por vacaciones y enfermedad, so pena de ir a los tribunales a reclamar lo que por ley les pertenece.
Y esos Bonitos de productividad, ¿qué me dices? Pues muy merecidos, que la chica, si chica aunque tenga sesenta, era el alma de ese municipio, ese motor de motora Harley que movía ese presupuesto, y velaba porque se hiciese obra en ese municipio.
Oye, ven acá, y esos prestamitos de cuatro o cinco millones aquí, y siete u ocho por allá y catorce o quince millones más después, todos a pagarse a treinta años.  Si, eso es necesario, porque eso es progreso, y le llena el ojo a la gente toda esa obra construida, y así les damos tela a los contratistas para que breguen bien en la campaña y aporten.  El déficit, la deuda, el “kach flou”, que se lo lleve el diablo. Y el dinero del pueblo y los fondos públicos que les llenan el bolsillo, pues a mi que, que mi líder se  quedó sin trabajo y tiene  que tener una reservita en el banco en lo que monta oficina o se inventa algo o llegan las próximas elecciones y se monta otra vez.
Oye, y si no es eso, búscate la grasa, el alicate, el martillo, y el destornillador que aquel se quiere atornillar hasta el ñu, en esa Junta de Seudo Importantes, que mandan en una de esas corporaciones públicas y se tiran tres peos al día en la butaca de cuero nueva cuando se reúnen una o dos veces por semana. Oye, y móntenlos en un  elevador privado, que tenga aire acondicionado, espejos y música suave de fondo y si es americana mejor, que no quieren verle la cara a los chusmas empleados de carrera, a esos insulsos que los miran mal y con la cornea y retina los insultan y los quieren matar. “Si, porque yo merezco estar en esta Junta de Directores, o ser Presidente del más cual organismo, porque yo fui fiel al partido, y fui a los mítines y lambí ojo, así que esto es mío.”
Y si no es la Juntita, o si no te dan el Bonito de 100 mil pesos, pues colócalos en la  Judicatura o en el Departamento de Justicia,  nómbralos juez o jueza aunque al decidir un caso judicial le tiemble el pulso más que a un paciente de Parkinson o nómbralos fiscal para que metan preso a la gente aunque nunca  hallan llevado un caso criminal, o peor aún, no hallan pisado un tribunal jamás.  Pues que importa, si es un tipazo o una tipaza, si tiene una sonrisa preciosa, y su ética es intachable, y trabajó en la redacción de leyes en la Legislatura, o tuvo oficina por un tiempito en un callejón de Caguas o de Carolina.  Dale eso que eso es de él o ella, 12 añitos en esa silla vieja de cuero, con la esperanza que en el año 11 se trepen los suyos otra vez y vuelvo a la jauja y al traqueteo y al año 16 le den un Bonito, o lo nombren a la Juntita o le den otro puesto en la Judicatura o el Departamento de Justicia.
Mis amigos, lo anterior es la lógica en el mundo politiquero de Macondo, donde reina la desvergüenza, el chanchullo y el fanfarroneo. Seguiremos informando.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Revolución

Es extraño ver a personas celebrando la muerte de sus seres queridos.  O más bien rememorando sus cualidades positivas y atributos.  Su bonita sonrisa, su compañerismo, su forma de ser, su gratitud, su sentido del humor, así describen al asesinado.
Parece extraño, son manifestaciones que antagonizan con lo natural. Dar entrevistas a la prensa, en programas de televisión,  ser líder de marchas a favor de la paz cuando te matan a un esposo, un hijo, o un padre son fenómenos que no se entienden del todo.  Pueden ser manifestaciones espontaneas, pero de alguna manera siento que la soledad y la angustia prohibirían ese tipo de conducta.  
Son conductas que reflejan tendencias  y modos de ver la vida de manera distinta.  Quizás demuestran fortaleza y fe o quizás son mecanismos de defensa para poder continuar sin la compañía de aquel que fue asesinado vilmente. Son también tendencias repetitivas  que ilustran lo patético del panorama que vivimos donde matan a decenas de personas en una semana y nos dedicamos luego a escuchar los dulces recuerdos y anécdotas relacionadas al ser asesinado. 
Lamentablemente este tipo de manifestación no detiene el problema.  Para atajar el problema hay que considerar medidas drásticas y definitivas, sin titubeos, sin risas, y sin cuentos de camino.  Deben tomarse decisiones que vayan más allá de  lo que ya hemos hecho.  Conlleva revolucionar el sistema educativo, especialmente el público, para ofrecer herramientas y escenarios idóneos para formar ciudadanos de provecho.  Conlleva meterse a esos residenciales y barriadas a educar a los miles de analfabetas.  Conlleva llevar brigadas de trabajadores sociales, sociólogos  y sicólogos que acampen en esos lugares y no abandonen hasta que no atajen la violencia y la inmundicia.  Conlleva poner a trabajar a los miles de mantenidos y vagos que viven del Estado y tienen la auto-estima en negativo veinte.  Conlleva analizar castigos, sin excluir la pena de muerte, y castigar a desalmados que asesinan viciosamente.  Conlleva que los ricos y famosos den de si y de su fortuna y ayuden a los marginados, no dándoles dinero y limosnas, sino patrocinando talentos, adoptando escuelas públicas, adoptando barriadas, fomentando el arte y la cultura, la música y el deporte para que llegue a los desposeídos.  Conlleva proteger a los niños y jóvenes del maltrato y la indiferencia para que mantengan su inocencia aún cuando lleguen a viejos. Es dar a los otros para crear algún tipo de socialismo democrático donde todos tengamos valor y nos sintamos con valor.
Son resoluciones difíciles que nos tocan a todos, al Gobernador, al banquero, a la ama de casa, y al limpiabotas.  Bajar de esa nube fantasiosa, sincerarnos, aceptando que estamos en un caos y que no somos meros espectadores sino actores en donde cada uno tiene que hacer su parte. 
Es dar de nuestra energía, no para adquirir bienes materiales inmediatos, sino para buscar maneras de que Puerto Rico cambie.
Es entregarse y dejar a un lado el chisme, los ataques, las neurosis y la zanganería global para transformarnos en una sociedad digna.  Si países como Dinamarca y Canadá, por mencionar dos, lo han logrado, ¿por qué no podemos nosotros?  Talento hay de sobra, profesionales hay de sobra, pero hay que educar al oprimido, convertirlo, y proveerle espacio para crecer y evolucionar.  De lo contrario, seguiremos divididos,  asustados, y encerrados en nuestras casas, impotentes  ante Macondo.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

La muerte y la flecha

La Concha, lugar chic, de respirar air fresco, de compartir con amistades, de relajarse. Guavate, lugar de lechoneras, de pasarla en familia, y respirar aire de campo.  Principio y comienzo de publicista asesinado.  Escenarios dantescos para explicar y entender tragedias.  Calle Padial en Caguas, lugar de erotismo y venta de cuerpos, punto intermedio de este viaje al Infierno.  Carro Toyota Matrix, punto de interconexión, de viajar de A a B y de B a Z.  Candungo de gasolina, utilizado para resolver emergencias y en casos insólitos prender en fuego a una víctima inocente.  Tarjeta ATH,  instrumento para extraer dinero y satisfacer un vicio. 
Dos hombres y dos mujeres, todos de menos de treinta años, agreden, torturan, todo por unos míseros 400 pesos.  El publicista, de poco más de treinta, se aferra a la vida y luego implora por su muerte luego del salvaje acto.
¿Y qué los llevó a cegarle la vida?  ¿Qué les lleva al salvajismo, a ahorcar con cable, a prender con gasolina y a dar golpes hasta la muerte?  ¿Qué los posee?  ¿Y cómo se marchan y siguen su vida?  ¿Qué los mueve, cómo al otro día pueden desayunar tranquilos y quizás jugar algún video juego, de esos de matar a muchos?
Son salvajes, que nacieron inocentes.  Y se convirtieron.  Poco a poco, mediante heridas y actos anónimos de negligencia y maltrato.  Actos que crean monstruos, que luego ahorcan, que queman y dan palos hasta la muerte.  Son productos de escuelas enfermas sin destino y de núcleos familiares disfuncionales y extraños.  Son mentes presentes ajenas a Cristo y guiadas por actos imprudentes, crueles y mezquinos.  Despedazan a un cuerpo y su alma vaga.  Dejan a una familia herida de muerte, con recuerdos de la risa y de las bromas de la víctima. 
La esposa, arquera olímpica, tendrá que sanar de algún modo, aunque quiera de algún modo atizar múltiples flechas en el corazón helado de los victimarios.
Macondo, cuna de muertes, de injusticias. Esperemos algún renacer, algún día.

martes, 4 de diciembre de 2012

Macho

Sus años de gloria estaban atrás, bien atrás.  Su pícara mirada y sonrisa escondían soledad.  El mundo terrenal era su aliado, las salidas, el jangueo, disipaban parte de su dolor.  Sus andanzas, montarse en el carro Mustang y bajarse en la bar Azuquita le costaron.  Le costaron más que la derrota ante Chávez o Trinidad o su triunfo extenuante ante el Chapo.  El conductor del Mustang, amigo de la infancia, no era santo de Iglesia y fue emboscado y ahí se fue el Macho.
Era transportado en ambulancia, entubado hasta el mechón encaracolado que lo acompañó por décadas.  En ese momento, su soledad quería disiparse y volar a otro mundo, más cerca de la gloria de antaño, más cerca de los amigos y del séquito que él pagaba en Las Vegas.
Su español enredado y torpe se confundía con su inglés neoyorrican repleto de sapiencia y maña callejera, que salpicaba astucia como cuando era arrinconado en la esquina del ring.  Era ese inglés aprendido en El Barrio que lo sacaba de apuros cuando era entrevistado en lo que para él era un vernáculo ajeno pero atesorado como suyo por motivo de haber nacido en la Ciudad del Chicharrón.
Su muerte y funeral fueron dignos de Macondo.  La desconexión de las máquinas, la controversia sobre su muerte cerebral, la cogida de nalgas de su hijo a otro boxeador en pleno funeral, su madre vestida de blanco, la guardia de honor, Lavoe cantando mientras el Macho boxeaba y bailaba en videos pasados, sus hijos ausentes y luego presentes en la Gran Urbe, sus ex queridas jalándose por los pelos, su brodel peleando con un ex monarca chicharronero también, y él, pasmado en su caja, presenciando lo que le gustaba, el salpiqueo de cafrería, de jodedera y de incongruencia.  Lo veía por la Internet y pensaba que se levantaría de la blanca caja, que sacaría una risotada y el Segudo, y traería a colación su ya legendario unicornio prohibido.
Fue ejemplo de nada y de todo.  De ser atrevido, de perder su vida, y ser ídolo sin tener todo el mérito para serlo. A su muerte, fue llevado en carruaje halado por caballos y reunió a ex boxeadores, en presencia, por Twitter y Facebook. 
Fue capaz de robar, de ir a la cárcel, de manotear a una mujer y a un hijo, de ir a los tribunales, de abusar de su cuerpo, de ser acusado, de hablar un español sin sentido y aún así ser querido y velado como héroe.
Sus victorias y sus derrotas en el ring fueron muchas veces criticadas.  Sus agarres constantes cuando iba a ser noqueado contrastaban con su velocidad de manos de relámpago y la guapería del bravo.  Su ingenuidad contrastaba con la malicia del mundo.  Su jovialidad eterna  y capacidad de reírse de si mismo iban de la mano con una seriedad  e intensidad que pocos se tomaron el tiempo de apreciar.
Macho, de aquí y de allá, descanse en paz, y que haga reír a los del Más Allá.  Hasta luego Campeón.