martes, 19 de abril de 2011

“Tabú”

Me encontraba el sábado 1 de mayo de 2010, por la mañana, haciendo de mudancero. Si, asi es. Me tocó transportar una nevera ya que ni nueva inquilina quería usar la de ella y hubo que hacer un trueque absurdo, de los de Macondo.
No fue tarea fácil. La contrallá había que bajarla como 13 escalones, sin equipo de mudanza apropiado. Para colmo, eramos mudanceros delincuentes ya que no habíamos llenado los famosos permisos con el administrador, de paso, no muy simpático él.
A comienzo de la epopeya, la pequeña mounstra por poco me cae en la mano que por poco me la convierte en suchi aplastao luego de veinte manoseos.
Al segundo escalón, me rebelé y dije “NO MAS” como dijo Durán en la segunda o tercera pelea (no me acuerdo bien) con Sugar Ray Leonard cuando el segundo, durante la pelea, le hacía burlas tipo payaso de Cirque du Soleil.
El grito o expresión de rebelión no me liberó del problemón, aunque pienso que captó la atención de mi suegro y tío político de mi esposa que eran los compinches en esta misión disparatada.  Les confieso que ellos, dependían más de la mana que de la fuerza ante esta encomienda impuesta.
Finalmente, nos encomendamos a Dios y luego de sobarla, empujarla y agarrarla ( a la nevera, no sean mal pensaos) llegamos a la pickup prieta de mi suegro, destino final de la Miss Modelo Plus.  Cuando abrimos la puerta de la nevera, sentimos algo asi como la peste bubónica en boca de perro con alitosis. Es que a la nina no le habían dado cariñito en buen rato. Quizás por esto es que mi querida inquilina la rechazó ya que ella prefería la suya que recibía limpiezas bucales de manera quincenal.
Luego de esta actividad relax (si Pepe) pensé que me podía poner en cruise control y bregar con el resto de ese sábado, con la cal y arena que generalmente trae. No fue así.
Les adelanto, que previo al ejercicio mudancero, había recibido la triste noticia de parte del veterinario que mi perro de raza Boxer, llamado Tabú, tenía un virus que atentaba contra su vida y había que hospitalizarlo.  Su probabilidad de sobrevivir era un raquítico 30%. No podía ser al menos un 50, bendito?
Ese día Tabú había amanecido achongao, cosa rara en él que era un perro de apenas 6 meses y lleno de vida.
No obstante, mi esposa y yo, aunque preocupados, guardamos la esperanza que iba a echar pa’lante.
Luego de este paréntesis, volvemos al momento cuando luego de la mudanza relax, me dirijo a casa de mis suegros donde me espera mi esposa, hijo e hija.  Mi esposa quería ver “The Blind Side” película en que Sandra Bullock ganó el Oscar este ano. Lo interesante es que mi esposa hace como 2 meses que quiere ver la película y al día de hoy no ha podido. En el caso de Sandra, este mismo ano ganó un premio de peor actriz por otra película, su esposo la enganó con Bombshell McGee, una modelo totalmente tatuada y ella. blanca como la nieve, adoptó un niño o nina (no recuerdo) de raza negra.  Sin duda, un ano lleno de contrastes para la ex Miss Congeniality.
Dándole fast forward otra vez (parece esto una película de Jacobo Morales con el palante y patras)) voy camino a la casa y de momento un ruido de goma explotá.  Me encontraba llendo hacia Bayamón por el Expreso de Diego y ante el incidente acaecido, me desvío por la salida de Catano.  Me pasó por la mente que no estaba en un área muy cristiana. Que prejuicio verdad, si llego a estar en Garden Hills hubiera pensado lo contrario, aunque ahí es que viven los bichotes reales de cuello blanco…
Me paré en un lugar y le preguntó a un mulato grande, sesentón, que dónde encuentro una gomera.  Que ingenuo verdad.  El tipo me mira de arriba a abajo y me tasa como prostituta a media noche.  Me dio instrucciones de como llegar a una.  Prosigo la marcha y la avenida se hacía bien larga y comenzaba a oscurecer y yo en el Barrio Palmas. Pensé otra vez, lleno de prejuicios, me jodí.
De momento divisé a un guardia y en vez de pensar en la palabra puerco pensé en el Papa Benedicto 16 (no es eso algo hecho con huevo?).  Estaba salvado de los narcos de Las Palmas.  El niño protegido del Super  Figueroa Sancha (asi se llama?) me rescataría.  Este policía estaba comiéndose alguito en un chinchorrito frente a Las palmas resort (en realidad era el Residencial Las Palmas). Le pregunté dónde había una gomera y me dijo que más al frente hay un dominicano que todavía estaba abierto.  Mentira, más cerrao que la UPI en dia de Huelga.
Viré en u y patitas pa que te quiero y haciéndole honor a Speedy González, uno de mis héroes de la infancia, me fui de to aquello.
El celular estaba casi en “empty”, el destino confabula como dice Paulo Coello, pero a veces , para desangrarte la úlcera.  No veía un chavao Pep Boys o Western Auto que están a dos por chavo tipo Burger King de cosas automotrices.  Luego de un peregrinaje breve, divisé uno en medio de esa bella arquitectura de los shopping centers portoricencis.  Me sentí como cuando un beduino sediento llega a un oasis en el desierto…suerte que no era un espejismo.
La goma hacía ruido pero estaba inflada.  Me dije, debe ser un tachuelón de expreso de esos souvenirs que nos dejan nuestros queridísimos camioneros, de esos que tienen en la parte posterior del truck al vaquero loco que quiere matar a Bugs Bunny.
Pero, que va, ningún tachuelón.  La goma Pirelli, belleza italiana cuando nueva, tipo Sofía Loren en su prime, era ahora una mera salchicha italiana, rajada e inservible.  Yo me lo imaginaba ya que me consta que estaba pelá, pero con tantos gastos lo había relegado pensando que la inmortalidad la cobijaría.
Me tuve que ir con la repuesta.  Me la instaló un Forrest Gump boricua, de proceder tosco y con la bandera boricua tatuada en un brazo.
Ese día me acosté esbaratao.
El domingo siguiente, 2 de mayo de 2010, fue menos estrésico pero mucho más triste.  Nos llamaron del veterinario para informarnos que nuestro bello Tabú había fallecido. Es el segundo Tabú que pierdo. El primero murió en mis brazos a los siete anos en la Avenida Andalucia al ser atropellado por un carro frente al negocio de mecánica de un exesposo de mi mamá.  A este segundo Tabú lo bauticé así en nombre del primero. Me visualizaba con él por muchos anos.  La ironía es que pensaba vacunarlo de lo que murió cuando cobrara en semana y media.  No lo había hecho por culpa de la dejadez, de que puede esperar y de la economía que diz que aprieta pero no ahoga. Me sentía con rabia, impotente, culpable.  El lunes lloré, coa no muy común que haga. La tristeza me inundó.
El final de este Hondo en Macondo no pretende ser triste, ni trágico, ni para que se sienta lástima.  Tabú debe estar en el cielo con otras de mis mascotas ya fallecidas y las cual espero ver algún día otra vez.
Si les digo que preferiría mudar mil neveras y que se me exploten mil gomas antes de perder a un ser querido, sea este una mascota, un familiar, un amigo, etc… Es sin duda un misterio, la vida. Pero hay que resignarse, respirar hondo y dar la batalla.
Cuando pase la pena, cuando se aquiete un poco el alma, compraré otro Boxer.  Me imaginaré que es Tabú, que volvió a la vida.  Porqué no?....

“Los puercos”


Hace unos meses laboro en el Capitolio, realmente en un anexo de éste, en el edificio de lo que antiguamente era dedicado a medicina tropical.  Mi trabajo es semi-monástico: leo, redacto y opino.  Diz que soy asesor legislativo, aunque conozco de manera casual a solo un legislador.  Por decirlo así, soy asesor  fantasma o por control remoto ya que ni mi firma aparece en los escritos. Los firma otra persona y solo aparecen mis iniciales en letras pequeñas.  Pero, a llorar a maternidad. Quizás ser anónimo por algún tiempo tenga algunas ventajas, a saber yo.

Lo más interesante de mi trabajo es la hora de almuerzo y las ocasionales protestas.  Vivo en una GESTAPO, donde te miden los minutos y los pasos.  Si no fuera por la iglesia, el gimnasio y la playa que tengo cerca del trabajo, quizás hubiese perdido la cordura. 

Hablando más en serio, la experiencia me ha servido para afinar mis técnicas de redacción y de conocer nuevos temas legales. Me sirve también para corregir Proyectos de Ley que parecen ser redactados por aspirantes a graduación de estudiantes de octavo grado.  (Les confieso que prefiero el revolú de la litigación, especialmente aquella dirigida a defender a los menesterosos y las causas justas)

Vamos al tema, como diría Don Pulula, Armando Galán y Figura, Mr. Blup o Don Florito en “Desafiando a los Genios”. El 30 de julio de 2010 era el último día de aprobar Medidas por la Asamblea Legislativa y había un corri corre por parte de los Legisladores de Mayoría; el frenesí era para aprobar Proyectos de Ley a último momento.  No conozco detalles, pero se dice que era un amapucho para quedarse con el botín de guerra. 

En protesta, par de cientos de estudiantes, empleados del C.R.I.M. y otros se amontonaron como hormigas bravas frente al Capitolio.  Entre otras cosas, se protestaba por motivo de la prohibición tiránica de no permitir la entrada al público a las sesiones del Senado.

Un tanto después de las cuatro de la tarde, le rosearon el famoso “pepper spray”, igual al usado en De Diego 444, a unos periodistas que estaban sentados bajo protesta dentro del Capitolio. Fue un ataque sorpresa, cobarde, tipo guerrilla vietnamita, pero sin justificación como aquella que si tenían los asiáticos en aquella guerra de los 70. 

Los empujones por las escaleras y los gases lacrimógenos hacían parecer al Capitolio como una discoteca virada al revés.  Par de horas más tarde, el escenario se complicó aún más con la Guardia Montada y la Fuerza de Choque.  Los guardias en sus caballos parecían figuras mitológicas semi-diabólicas y los de la de Choque, Sansones sin mente.  Los estudiantes coreaban plenas y estribillos ejerciendo su libertad de expresión, la misma que defendió Madison irónicamente.

Al filo de las 6:20 p.m. me fui de aquello luego de presenciar las escenas por unos veinte minutos a mi salida del “monasterio”.  Me entero que apenas diez minutos después se formó la Grande con la violencia a doquier.  Los rotenes daban donde fuera: caras, tetas, espaldas, cámaras, a viejos, jóvenes, mujeres, barbudos y lampiños.  La porquería del puerco salió a relucir nuevamente.  Los pit bulls estaban en su apogeo ya que sus dueños les habían quitado sus cadenas.

Persiguieron a los manifestantes hasta la Plaza Colón y hay quien dice que el humo llegó hasta la San Sebastián.  Los seguidores de los Porky Pigs dirían luego que eran unos héroes.  La oposición, la mayoría de la población entiendo yo, diría que era un golpe fascista, dictatorial y de ataque a derechos fundamentales, según dicta la Constitución.

Los más realistas, y a la vez pesimistas, dicen que es el principio de más confrontaciones, dando la impresión que se aproxima una Guerra Civil.  Los más utópicos manifiestan que debe abrirse el diálogo y crearse círculos de paz y armonía, quizás pretendiendo cosas irreales parecidas a que Abdullah the Butcher le de un besito en el cutis a Carlitos Colón.

La realidad es que el agua y el aceite no mezclan. La visión neoliberal del Gobierno actual no le cuadra ni le cuadrará a las facciones de izquierda o semi izquierda del País.  El materialismo insensible no forma parte de la ecuación matemática de aquellos que promulgan por la justicia social y le importa un comino los alegados bonos chatarra que le quitan el sueño a los del Poder.

La democracia y la libertad de expresión deben ser respetadas.  Nadie protesta como si estuviera en las canchas de Wimbledon o en la misa dominical.  La Policía, o el Estado, no pueden pretender que la reparación de agravios y la inconformidad se den en un marco de tomar té a las tres de la tarde. Es como pedirle a Jennifer López que no se contonee cuando baila.

Al otro día del incidente, escuché diversos puntos de vista en el Capitolio.  Unos se mofaban del incidente tomando a broma algo muy serio.  Otros negaban que hubiese fuerza excesiva, les daré el número telefónico de mi optómetra en algún momento.  Unas abogadas tertuliaban, una en dos aguas, con Dios y con el diablo, sin tener postura definida.  Las otras, más críticas a la policía, pero no totalmente claras en cuanto a lo sucedido o pretendiendo ser objetivas por si las paredes oyen.  De mi parte, mutis, ya que soy alegado empleado de confianza, y contrario a los legisladores de minoría, soy minoría encubierta que está en este trabajo por carambola de la vida y si abro mi boca, peligran mis habichuelas y por consiguiente el bienestar de mi familia.  Habrá que cargar con la cruz hasta que soplen otros vientos, espero.

Entiendo que hay policías responsables y dignos. Pero hay otros, con y sin uniforme, hasta con corbatas, que imparten instrucciones o las reciben y ejecutan como verdugos sin piedad.  Es en ese momento que aflora la molestia, el enfado y, en vez de respetar al oficial del orden público, surgen imágenes que me recuerdan al puerco o al lechón de la Navidad.

Ojalá (como diría Milanés) que algún día lleguemos a una plenitud como pueblo, sin dimes y diretes políticos, donde el ser humano y no el dinero sea el centro de nuestras vidas. Un lugar donde reine la verdadera democracia y exista el progreso en todo su significado, más allá de construir una obra de cemento, cuadrar un presupuesto o enriquecerse a costa del pueblo.

1-julio-2010

“INTRO A LA POCAVERGUENZA”


Hace un tiempo escribo algunas cosas cuando hay un incidente no necesariamente trascendental, pero si curioso o diferente.  Me vino a la mente el nombre "Hondo en Macondo" para describir mis ocurrencias.  Compartiré mis ideas de vez en cuando, total, me sirve de desahogo, y quizás, algunos de ustedes se entretengan.

Al mediodia de hoy, iba caminando por el Capitolio. Pasaron como 10 patrullas y camiones de rescate de la policía,  Pense, "ahi ya Fortuño con su escolta, o "hay algun incidente de emergencia que atender.". Nunca me enteré que paso y solo pude presenciar el consabido tapón que se formó. 

Minutos antes, me había percatado de la presencia de un decena de personas que estaban en la entrada del Capitolio (las escalinatas).  Pensé que eran unos manifestantes pero luego me enteré que eran unos peiodistas.  Me percaté de ello cuando quise presenciar (proveniente del adjetivo "presentao") la llegada de unas personas en una flamante Cadillac Escalade.  Pude reconocer a la representante Jennifer González como una de las personas que se bajó del auto que me consta es su vehículo oficial.  La otra  persona no la reconocía y, siguiendo mi instinto de "presentao", me acerqué.  La decena de periodistas le hacían preguntas al desconocido.  Solo le veía el pelo negro y las gafas de diseñador, del ángulo en que estaba.  Pensé que quizás era un legislador "pana" de Junior Cápsula.  Le pregunté a un policía joven quién era el entrevistado y me dijo que era nada mas y nada menos que el famoso reguetonero "Tito el Bambino",  Wow, que gran noticia.  Tito se dirigía a un merecido reconocimiento dado en honor a su nominación a los premios Billboard, su éxito en Viña del Mar etc... Los legisladores cobrarían su pequeño salario aplaudiendo al Bambino esa tarde.

No obstante, no todo fue desilusión. Cuando el gran artista entró al Capitolio, un niño de un grupo de escuela que visitaba el lugar, exclamó molesto:  "Tanta cosa por un artista."'  Se refería al revuelo causado por los periodistas y camarógrafos ante la presencia del Bambino.

Lamentablemente, ninguno otro niño del grupo de su escuela lo secundó.  De mi parte le dije, "verdad que hay cosas más importantes" y el niño asintió. No todo está perdido pienso yo.

Nota:  Puedan reenviar esto al que quieran. El que me pruebe que se lo reenvio a una casa editora que me haga millonario, le doy un porciento de las ganancias. Si no ocurre, al menos otros tambien puede que se entretengan.

Derechos reservados ALV (whatever that means)

“ESTE NO ES TU PUEBLO”


Desde niño escuchaba la frase Pueblo, junto a los extintos Grand Union y COOP.  Por Rio Piedras, hay uno milenario llamado Conchita, que no frecuentaba pero lo veía a menudo, desde afuera, cuando camino de la escuela la guagua escolar, conducida  por Rolón, doblaba la esquina de la Mayagüez a la Barbosa camino a casa de mi tía Merce. Ahí me comía mi buen plato de arroz y habichuelas que me servía Janet, señora bondadosa, fuerte de carácter, culona y dominicana que vivió una vida en casa de ellos y crío a mis primos e hijos de mis primos.

El  eslogan del supermercado  Pueblo es o era “Este es tu Pueblo” pero hace par de años pisaron fondo, perdieron mercado ante la competencia, cedieron locales, y por poco se van a la prángana.

Están tratando de resurgir como el Ave Fénix pero ayer parecieron pollitos mojaos. Me explico.

El jueves, 6 de mayo de 2010, me dirigía a una clase de tenis e iba super  tarde, Hice la compra, de esas parecidas a la competencia que hacen a veces por t.v. donde en un minuto coges (o agarras, si estás en la Argentina) todo lo que puedas echar al carrito.  Al hacer semejante ejercicio, estaba medio zombie pues la noche anterior me había acostado a la 1 a.m. escribiendo una columna que titulé “Tabú” en honor a mi fenecido perrito Boxer (nunca escribo a esa hora, no piensen que soy García Márquez, fue un mero embolle momentáneo).

Pagué en la caja y no habían fondos suficientes para el famoso cash back (modalidad moderna que te facilita la vida pero te pela más).  Esta lamentablemente es la realidad del trabajador a mediados de quincena.

La clase de tenis peligraba y mi “estrés” y “escuatro” aumentaban. Corrí como un demente a la ATH (o ATM que suena más chic), apreté los botones mal como tres veces, cosa típica ante la prisa esquizofrénica, saqué un dinerito y me dispuse a pagar.

En la caja. me había atendido par de minutos atrás una belleza parecida a Chiquitota,  con moñitos de niña de segundo grado.  Me miraba con ojos lujuriosos y yo pensaba “porqué estaré tan bueno pero mija no estoy pa eso y menos en este momento”.

La Chiqui le seguía cobrando a otros clientes y la paré en seco y le dije que me cobrara.  Me miró confusa, nuevamente con ojos lujuriosos.  Llamó a su superiora, una boba de apenas 20 años, para preguntarle que procedía ante la burocracia comercial de mi adorado Pueblo. 

Había que pasar otra vez la compra y cobrarla. Yo cuestioné el proceso diciendo que ya se había pasado y manoseado por Chiqui (la compra, no sean mal pensaos).  Mis reclamos, un tanto ilógicos reconozco, fueron infructuosos y me sentí como político de minoría cuando le apagan el micrófono.

Me pasaron a otra caja, especial para mi.  No se si me debía sentir VIP o como cuando selectivamente meten a uno a un cuarto en el aeropuerto ante la sospecha de que eres un comunista o un terrorista.

La quinceañera jefa se regodeaba sabiendo que yo tenía prisa. Ya le había dicho que me cobrara, con cierta premura. Pero era su venganza, la de sulfurarte, la de, si tienes prisa, chávate, que yo salgo a las 10:00 p.m. y me da lo mismo.

Mi cara no era de muchos amigos.  Ella, minutos antes, ante mi cuestionamiento de porqué pasar los artículos nuevamente, había enfrentado mi reclamo con un tono agresivo y prepotente de que “era política de la compañía”.  Al yo decirle “no quiero discutir contigo” ella subió el volumen y dijo “yo no estoy discutiendo”. No es lo que dijo, sino como lo dijo, no sé si me entienden?

Es que son manías adquiridas de tener un trabajo y sentirse con el derecho de pelear con el cliente.   Es que no saben que “el cliente tiene la razón”, que te compra miles de dólares, que los empleos están escasos y mejor te callas la boca o, si la abres, hazlo con cortesía. 

No, eso no, tienen que demostrar que tienen la razón, que pueden ser malcriaos con el cliente si les da la gana, que la temeridad no importa, que todo vale en Macondo.  Es como si me estuviesen regalando la comida en casa del vecino y me tengo que atener a las consecuencias.

Volviendo al presente, le pregunté que dónde estaba el “bagger” y se le salió en tono del Exorcista “que pasó?”  Yo no lo podía creer.  No entendía ella que no quiero pelear ni discutir. Que se busque un novio o un perro pa’ pelear. Lo que yo quería era largarme a darle par de raquetazos a la maldita bola de tenis.

Ante la soberbia de la chica, tuve que recurrir a la temida frase “soy abogado” seguido con la pregunta “sabes lo que es la libertad de expresión?” como diciéndole que yo tenía el derecho a demostrar descontento sin tener que soportar sus sandeces.

Noté que se congeló.  Se le aquietó el demonio momentáneamente.  Habrá pensado que por yo ser abogado tenía poderes mágicos que la podían destruir en cualquier momento, tipo Harry Potter, personaje y película que solo he visto en cortos en el cine, y cuidao.

Ella siguió pasando la compra y cobrando. Al terminar, me dio las buenas noches de manera robótica y yo no se lo devolví.  El espíritu grosero, quizás traído simbioticamente ante el mal rato, me lo imposibilitó. La frase de lo cortés no quita lo valiente no hizo mella y me quedé serio como jugador de Poker en la última jugada.  Le arrebaté el recibo, no de mala manera, pero si con la energía reservada para la mencionada clase.

Finalmente, veremos si vuelvo ahí o camino por otra calle, como escuché en un cassette de Lily García el otro día.  En Pueblo, venden la leche en polvo de soya que toman mis hijos que hay que buscarla como aguja en un pajar y eso quizás me lleve a volver, a visitar a mi querida Chiqui y a la Niña Exorcista. Pero, para otros menesteres, quizás patrocine a mis amigos de Amigo, a los Grandulones de Atilano, o quizás vuelva a mis raíces de Conchita donde las cajas registradoras eran más sencillas y no había que pasar la compra dos veces, ni moverse a cajas VIP.

Es que lo moderno a veces complica y si te dejas, te complica la mente y caes en la trampa de pensar que más allá de Pueblo no vive gente…

“EL Cuento del Pelao”


Vivimos en la sociedad del compra compra: Navidad, cumpleaños, las Madres, Back to School, Reyes, San Valentín, etc… etc…  Desde el más pelao, al más ricachón, le gusta el vicio de abrirla (no piensen mal) y curarse con algún trueque de billete de Washington por mercancía.

Es un vicio que sale caro. Me explico. Los mortales, los que cobran el día uno y el quince, se sienten como Zeus o Afrodita al principio de la quincena y como boxeador noqueao al final. Es que el chequecito que parece mucho no es mucho na y si tienes hijos pequeños que toman de esas fórmulas caras, antítesis de la leche Pet o de la Klim, te jodiste.  Esas leches caras, de vacas sagradas o de soya enriquecida, son más caras que la coca, siendo la única similitud que son en polvo y su precio.

Pues está el Pelao fantasioso que se mete anabólicos mentales y se cree que es Donald Trump el día 1 o el 15, cuando cobra.  Se cree que puede comprar hasta a una de esas Miss, como lo hace el tocayo del pato de Disney.  Jura que con el chequecito podrá comprar el BMW serie M que le pasa por el lado, o que hará reservaciones en el Conquistador y si, porqué no, darse una escapadita a Paris o Nueva York en primera clase. Vive en una nube y sin querer queriendo le ve unos ceros de más a la totalidad de su misero capital.

Está el Pelao común que va a él, es cojonú, se las juega como torero en la Plaza de Toros.  La quincena es cortita y pronto cobrará otra vez, así piensa al principio; pero al final, cuenta los días, y busca en los cacharros, en los ceniceros sin colilla, en las gavetas revolcadas de calzoncillos, debajo de las alfombras sucias de su carro y cualquier lugar estratégico donde puede, de manera accidental, haber caído algún vellón, o mejor aún, peseta.  Es una búsqueda sin cuartel, busca entre chavos prietos, a ver si algo brilla color plateado, y mientras más grande mejor, ya que es la ansiada moneda de 25.  Ni hablar si encuentra un peso atravesao en algún bolsillo de algún pantalón que se puso hace unas semanas atrás y sobrevivió a las inclemencias del tiempo en una lavadora llena de ACE.  Hallar un peso cuando está en la bancarrota semanal es un triunfo- le garantiza al menos media libra de pan sobao o el galón de agua para mezclar con la costosa leche.

Ni hablar cuando el Pelao juega con los residuos que subsisten en sus dos o tres tarjetitas de ATH de diferentes bancos.  Se reparte entre dos o tres colmados para distribuir los tres o cuatro pesos de reserva y así comprar algo de comer y beber.  Si no, se queda en un solo supermercado, compra algo con una tarjeta y luego en segunda ronda paga con la otra simulando como que se le olvidó comprar algo.  Si porque este tipo de Pelao es orgulloso y no quiere que el mundo sepa su secreto, que es un esmallao.

Está el Pelao esperanzado que vive resignado pero juega su pesito en la Lotto.  Mira el Travel Channel, ve el US Open por televisión, y se transporta a mundos imaginarios para compensar la falta de guita, sinónimo de chavos, según los argentinos.  Es optimista y negativo a la vez. La pelambrera le induce sicosis combinada con bipolaridad- es un carrusel combinado con montaña rusa. La falta de billetes lo encoleriza y le menta la madre a Marc Anthony, que tiene millones que compran nalgas preciadas. 

Está el Pelao kamikaze que es persistente, jaquetón y tiene memoria corta.  Es mazoquista y le gusta gastar del día 1-al 8 para del 9 al 13 volverse loco. Es un vicio que le vuela la cabeza donde entra en crisis suicida el día 13;  ya el 14 entra el bienvenido depósito directo que evita que entre en coma profundo o dé una vueltecita por Mepsi o el Capestrano. A este tipo de pelao no le importa su vulnerabilidad porque está enviciao, juqueao. Le gusta ir a Plaza las Américas, a gastar al Viejo San Juan, a jartarse a Piñones, y quizás darse la vueltecita por el Hotel San Juan un sábado y jugar al Poker o Black Jack y si se lleva a una gringa enganchá y tiene que pagarle una cena, pues pa’ encima.  Le gusta irse de paseo a gastar gasolina, quedarse en un parador, comer lechón en Guavate, correr jet ski en El Condado, es decir, gastar en cositas para curarse la bipolaridad que tuvo una semana atrás.

Está el Pelao angustiado, amargao.  Es aquel que que no acepta su condición y cuestiona la escasez.  Piensa que debió ser rico, que es un complot de la sociedad que ha provocado su pobreza.  Pelea con el destino y tiene la osadía de cuestionarle a Dios, inclusive de mala manera.  Luego, cuando le entra un dinerito, se contenta y hace las paces con el Creador.  Tiene una relación de amor y odio con  la humanidad y lo celestial que depende de cuánto tenga en la cartera.

El Pelao, en todas sus dimensiones o facetas, es una criatura de Macondo, fascinado por los ricos y famosos de Hollywood y quiere parte del bizcocho, aunque el día 13 tenga que comer migajas del pastel y servirle leche cortá a sus hijos en vez de la premiun del día 2.  No le importa, es egocéntrico, pa él y na pal de al lado, aunque se jorobe.  Se dice a si mismo, cómo voy a compartir sino me da ni para mi mismo. De esta manera vive en paz relativa con lo poquito que tiene.

Realmente, el Pelao es una figura triste, fruto del querer ser sin poder ser, víctima de la campaña publicitaria y del mercadeo que le come los sesos y lo lleva a abrirla (no piensen mal) sin conciencia con el fin de saciar su sed de consumerismo que encubre su falta de control y humanidad.  A su vez, es valiente, batallador y se enfrenta a una sociedad capitalista, inclemente, inmisericorde, que le cobra, le hostiga y no le importa su fragilidad.

También, y por último, el Pelao resiente que existan ricos y poderosos que no se merecen lo que tienen y que jamás sabrán lo que él vive y siente. Pero, el Pelao, como el Quijote, va a él, contra viento y marea y siempre existirá y sobrevivirá…

Cualquier similitud con el autor no es pura coincidencia…

17-9-2010
ALV Copyright (whatever that means)

“El Chango”



A mediados del mes de julio de 2010, tuve un encuentro cercano de tercer tipo con un chango, no un mono, sino esos pájaros negros que obviamente no ven televisión, ya que se reproducen como los chinos.

Como suelo hacer, me voy a andareguear al mediodía en las cercanías del Capitolio.  Ese día atravesaba por el estacionamiento y de momento me percato que uno de estos pajarracos me está mirando atravesao.  En mi ignorancia e ingenuidad, gesticulé y emití un sonido para espantarlo y, para colmo, lo miré mal.  Pensé que con mi acto, lo espantaría como el que asusta a un lagartijo.  Nada de eso paso con esta mutación de Kilate y Pirita con King Kong, quien decidió atacarme.

No era la primera vez que era atacado por un chango.  En pasadas ocasiones, habían sido a traición y no provocaos por mi, como en este caso.  El primero fue en el estacionamiento de Plaza las Américas hace como quince años.  Cuando eso sucede, se pone uno como frío, tipo muerte chiquita.  Tan reciente como dos o tres meses atrás fue el segundo incidente, por el otro lado del Capitolio al atravesar un área de árboles.

Volviendo al relato, el chango comenzó a sobrevolarme, poseído quizás por la magia negra de su amo Chuchin, legislador pintoresco que en estos días está en la boca de todos desde que intentó, entre otras cosas, contratar a la voluptuosa modelo Super Yadira, y además confesó que tiene “suerte” con las mujeres, que tiene un templo de brujería en la República Dominicana y finalmente, reconoció a un hijo que hacía veintipico de años que no veía y le regaló su reloj costoso para demostrarle su “amor de padre”.

Volviendo al chango, éste me sobrevolaba como helicóptero en territorio enemigo.  Yo me desviaba para la izquierda y para la derecha y el contrallao encima.  De momento llegaron refuerzos y percibía tres o cuatro preparados para embestir en caso de ser necesario. 

El pequeño mounstro negro me fue llevando y acorralando hasta que me tuvo al borde de la carretera.  No podía cruzar pues venían decenas de carros, más de lo usual.  El chango usaba sus poderes y no solo queria amedrentarme, me quería asesinar, y luego le echaría la culpa a un acto accidental cuando algún carro me arroyase. Fue tanta la paranoia que decidí correr, como niña cuando sus compañeritos la molestan en la escuela; confieso que fue acto vergonzoso. 

Valga mencionar que en medio de este episodio de circo, tuve un testigo.  Era un policía que estaba dentro de su patrulla en el estacionamiento del Capitolio.  Yo lo miré como en busca de un aliado y él, con el cristal arriba, no intervino ni sometió a la obediencia a la criatura.  Solo presenció cuando le dije que el chango era un H.de P. Quien sabe si pude haber sido yo el arrestado por haber proferido palabras soeces en este “Sagrado Recinto”.

Finalmente, me interné en el edificio donde trabajo, el antiguo edificio de Medicina Tropical.  No me atrevía a salir pensando que iba a suceder un ataque en masa , tipo los murciélagos de Batman cuando salen de la Baticueva. Me fui tranquilizando y la paranoia e inseguridad fueron cesando un poco. 

Pienso que estos changos están medio apestaos pues no tienen comida suficiente. Además quizás atacan con el propósito de proteger a sus crías.  Eso no quita que  son malcriaos y peleones por naturaleza ya que a cada rato los veo peleando entre ellos, encrespaos y haciendo muecas extrañas para amedrentar al adversario.  Son guerreros, por eso en honor a ellos el equipo de volibol de Naranjito se llama “Los Changos”” y han ganado más de veinte campeonatos.

Luego del suceso, le comenté el atentado a varias personas.  Mi mamá, amante de los animales, me dijo que me hiciera “amiguito” de ellos y que les tirara pan mientras caminaba.  Tal era mi necesidad que seguí este práctico pero ridículo consejo.  Al mediodía, si voy a caminar en el campo minado, me llevo dos o tres lasquitas de pan de sándwich y cuando veo a alguno en mi periferia, se lo tiro.

Es asombroso, la capacidad que tienen para percibir el dichoso pedazo de pan. Tan pronto lo tiro vienen como diez, muchos volando de distancias no muy cercanas; es decir, estamos hablando de un ser sumamente perceptivo.

Ayer, 26 de agosto de 2010, venía caminando de la Biblioteca Carnegie, luego de la Marcha de protesta de los maestros.  Iba con mi pancito y lo tiré a unos cuantos.  Luego de arrojar el último, a los dos o tres minutos me pasó otro chango a distancia cercana a mi mano y pegué un brinco del susto. Nuevamente una guardia se percató y no lo arrestó.  No se si el chango era malagradecido y quería más pan o meramente me estaba dando las gracias.

Desde el incidente del chango hace un mes atrás me enchumbé en la lluvia, se me daño la batería del carro, el carro se sobrecalentó ya que a los técnicos mecánicos se les “olvidó” conectar un cable luego de un arreglo, se me vacío una goma al caer en un boquete en la carretera a las 9:30 de la noche, entre otras.  En mi mundo imaginario, lo veo como la venganza o la maldición del chango. Tendrá algo que ver con esto el dandy Chuchín, quien quizás da órdenes desde su oficina a estos depredadores asesinos? Será parte de su vendetta por no haberlo dejado contratar a la Super?

Espero que no y seguiré con mi pan haciéndome amiguito de los prietos…

“REVOLÚ”

“REVOLÚ”

Hoy  fue uno de esos dias.  Me puse mi lentecito de contacto y el ojito se puso rojo,  presagio de errores por venir. 

Iba en mi carro con mi hija de 11 meses a comprarle los pampers.  mala hora para hacerlo ya que iba tarde en ruta al trabajo.  Pero, el no hacerlo, significaba caos ya que a mi hija no le gustan los pampers sucios.

De camino al super, un tapón de madre, cambio de ruta y más demora.  Cuando llego a Walgreens, mi segundo hogar como dice mi cuñada, la cajera comentaba con una cliente la moda de la revista por comprar.  Se me sale el diablo y le digo, "no llego al trabajo".  Gracias a Dios que el diablo hizo que la niña apurara el paso.

Luego, de camino, se me cruza un senior citizen.  Guiaba un carrito Suzuki de hace mil años, igual a uno que usé en los 80's.  Recuerdo que estuve un año sin reversa y con el pie a lo Picapiedra era que movia el carro para dar hacia atras.  El viejito, iba tranquilito, y yo, implorando a la paciencia.

Minutos antes habia parado a echar gasolina.  Tuve que utlilizar las maquinitas de moda de ATM donde te cobran 2 pesos por darte chavos-que descaro. A fin de cuentas, no tenian gasolina Premium, y que porque se les acaba rapido. Que es, que la venden como pan sobao un domingo por la mañana?

Sigo mi camino, resignado a llegar tarde.  Mas carros que de costumbre, tipico escenario cuando vas tarde.  Ah, y no faltan mis amigos los obreros con vallas, o carros quedaos para complementar el revoltillo de mierda.

Bueno, ya llegando al Natatorio, obra cumbre de nuestro alcalde, un tapon de Madre.  Me desvio, finalmente llego y mas carros cerca de Hacienda. Las planillas, épica anual donde los portoricencis se desbordan personalmente a llevarlas al final.  Hacienda parecia la entrada a Bellas Artes en un concierto de Ricardo Montaner- tepe a tepe.

En momentos como estos, con el bofe por fuera, pienso y me pregunto- imploro a los ángeles o grito maldita sea...?- me decido por lo primero. Amen.


“LA RELATIVIDAD”


La vida continua...  El otro día tomé un seminario de tsunamis y terremotos y al otro día no sé de dónde me llegó a las manos un folleto de Acquatica (así se escribe??) que describía lo emocionante que es tirarse por una superchorrera allá al otro lado del Charco en Sea World.  Fíjense, sensación de estar rodeado de agua en ambas situaciones pero en una te chupa la bruja y en la otra casi tienes un orgasmo. Así de relativa es la vida.

Así son las cosas.  La relatividad lo es todo o casi todo. En estos días se debate el futuro de la Universidad de Puerto Rico en cuanto a si persiste o no la huelga. Veamos los contrastes.  Los estudiantes universitarios, diz que más refinados ahora, se adentran en los predios con los consabidos cánticos (así se dice?) y marchas.  La Fuerza de Choque, musculosos Sansones y Herculios,se alinean unos con otros como Muralla China.  Los prensa, amarilla y no amarilla, reseñan la noticia no solo día a día sino minuto a minuto por la web.  Diache, esto si es importante.

El mensaje del Gobernador hace mención a la huelga. Se tira leña al fuego para bien o para mal.  Unos justifican el aumento diz que porque es necesario y el deficit lo justifica. By the way, que rayo es eso de deficit?  Otros dicen que la UPR debe ser tipo cubana, buena, bonita y barata.  Quién tiene la razón dependerá del cristal de que se mirá y yo me amparo en el "autismo político" , como dice un tío mío, y no opino, porque yo no se quién rayo va leer esta no tan conocida columna.

Ayer, pasé por una pequeña crisis, de esas que si no te cuidas, te hacen brincar de un cuarto piso. Suerte que mis dos o tres ángeles guardianes trabajan horas extras.  En estos días reforcé (se escribe con z,s o c?) el equipo con el beato casi santo Charlie y con Santa Clara. Es que, si no refuerzo el equipo, pues a saber... Traigo esta situación ya que la relatividad, la misma del tsunami y Acquatica, la misma de la huelga de la UPI, vive en cada uno de nosotros.  Esa crisis de ayer, a eso del mediodía, lo confieso, me nublo la mente y la fe.  Pero... el balance lo trajo el cumpleaños de mi hija ayer.  Esa negatividad, esa crisis de mediodía, se transformó en alegría a eso de las 8 pm cuando llegué a mi hogar y vi esa carita que cumplía un añito.  Le di un tour en brazos por la casa, jugué con ella en el cuarto de su hermano que es regularmente zona prohibida para ella ya que es el cuarto de los Super Heroes y le cantamos CUMPLEAÑOS casi a la hora de dormir.

No hubo bizcochos, ni juguetes, solo el rostro inocente y bello de mi hija.  Eso, solamente, es suficiente para que esa relatividad a la que me referí, sea, al final del día, una que debe siempre inclinarse hacia el lado brillante de la VIDA, que continua...



“MONGA Y DESPISTE”


En días recientes casi no he dormido, con medio ojo abierto y el otro cerrado. Así es. He estado dándole tratamiento a mi hijo Marcelo Guillermo, ya que la monga le ha dado duro.  Él, al día de hoy, todavía está esmongao, pero mejor que hace unos días, gracias al Señor y al beato Charlie.

En esas épocas de monguera, uno sufre en cantidad. Veamos.  La fiebre era alta, de 102, y no quería bajar.  Por las noches, me convertía en el Señor Hielo, el villano de la serie “Batman”, y a fuerza de gorro de hielo y de toallas frías, le intentaba apagar el fuego corporal a mi gordin.  También, le frotaba megadosis del Alcoholado Superior 70, haciéndome sentir como espiritero de Loíza, y su poquito de Vick’s, remedio casero milenario (el otro día me enteré que se hace en Alemania y no en U.S.A., según la etiqueta). 

El pobre nene se dejaba frotar los menjunjes ya que no le quedaba otro remedio.  En circunstancias normales, Marcelo se hubiera reído a carcajadas o quizás protestado airadamente, al tener genes de fiscal, heredados de sus padres abobados (debo decir abogados). Pero, Marcelito estaba delicado y dejaba que papi procediera. Así estuvimos por tres días aproximadamente.

La etapa de Macondo comenzó en dos pequeñas farmacias de la comunidad.  Me vendieron supositorios para bajar la fiebre con menos de la mitad de miligramos supuestos para tratar la fiebre de mi hijo. Antes de vendérmelos me preguntaron la edad, pero no el peso, factor esencial para determinar la cantidad de miligramos que corresponde.  Me enteré del garrafal error por casualidad ya que por obra del destino llamé de madrugada a Walgreen’s del Condado y me clarificaron el asunto.   

Así siguieron los días.  Una primera pediatra dio el segundo Macondazo al diagnosticar un simple catarrón y recetar un jarabito. Lo habíamos llevado a donde ella por la cercanía de su oficina a nuestro hogar. Par de días después su pediatra “en propiedad”’ estableció que la monga era un cuadro agudo de sinusitis y bronquios inflamados, obviamente sujeto a un tratamiento más agresivo que incluía, entre otras cosas, el uso de antibiótico.

Qué le pasa a algunos profesionales de la salud. Tienen miopía intelectual o piensan con el culo? Lo cierto es que ponen en riesgo la salud de personas, específicamente bebés y niños,  ante sus lapsos mentales y negligencia.

Al tercer día, no según las Escrituras, lejos de haber resucitado, me sentía como Momia mutada con Zombie.  Yo también estaba enfermo, con sinusitis grave, y como dije, no había dormido lo suficiente. 

La monguera, de momento, se convirtió en un episodio cirquense de despiste. Me explico. Había tenido otra charla en el recetario de Walgreen’s con una técnico de farmacia muy amable y servicial, de ojos gatubelos parecidos a los de Bo Derek.  Me había clarificado varias cosas sobre el cóctel de medicamentos recetados y me sorprendí de mi ecuanimidad al poder entenderla a pesar de mi sonambulismo.

Todo este convencimiento de agudeza mental que pensaba exhibía terminó al salir de Walgreen’s; ahí ocurrió un nuevo episodio macodiano. Había estado como cuatro días utilizando un carrito rojo “Mitsubishi Mirage” de mi suegro ya que mi carro estaba sin gomas en espero de cobrar y poder costear las Pirelli de mi auto (no es capricho, es que es la goma que lleva mi carro lamentablemente).  Ya saliendo de la farmacia aludida (para que no piensen que es un anuncio pagado), llego al carro de mi suegro y al introducir la llave en la cerradura no hace juego. Trato otra llave parecida y por fin abre la puerta.  Me monto para irme y de momento suena la alarma.  Me digo a mi mismo que era sumamente raro ya que a mi entender el carro de mi suegro, usadito pero todavía eficiente, no tenía alarma ya que no habían pretendientes para sacarlo a bailar (robárselo más bien).  

Ya comenzaba a maquinar que tenía que llamar a mi suegro para desconectar la dichosa alarma.  De momento, corre hacia mi el guardia de la farmacia, un muchacho quizás de 22 años mal tasao, con cara despavorida y me dice:  “Oye que tu haces, ese es mi carro.”  Yo, en “shock””, vergüenza y arrepentimiento, traté en una oración o dos explicarle la odisea de los pasados cuatro días con miras a que entendiera que yo no era Butch Cassidy, Al Capone ni el carjacker de Rexville.  El guardia, que me imagino que tenía un “love affair” con su carro, fue entendiendo que todo había sido un accidente y decidió tirarme la toalla. 

El auto del muchacho era también un “Mirage” rojo, más nuevo que el de mi suegro, pero de un tamaño y forma similar.  El mismo estaba estacionado cerca del de mi suegro, específicamente con un carro entre medio, y por eso la confusión dantesca de mi parte.

Para colmo, frente a la “escena del crimen”, estaban dos policías estatales, de esos que no salen del “GYM”, y dispuestos a intervenir.  Con la vergüenza que aún tenía, les expliqué como un loquito, (les gritaba de lejos a través del parking y se entero medio mundo), las razones de la confusión y a los forzudos guardias les estuvo muy gracioso, típica reacción del macondismo portoricencis o del “ay bendito, ese tipo está bien loco, vamos a dejarlo quietecito”. 

A veces, vivir en Macondo tiene sus ventajas, no lo niego. Si llego a ver estado en Alabama, quizás me meten en la patrulla y me llevan al Juez Colgate del distrito de Chatanuga como escarmiento para que aprenda a no meter la llave en carros ajenos.

La metida de pata o “blooper” le dio mucha gracia a mi esposa y yo me reía al contárselo. A mi mamá, claro está, no le dio tanta, y me regañó diciéndome que ponga cabeza que me pude haber metido en un problema.  Todo depende del cristal en que se mire…

Hoy 14 de mayo de 2010 las cosas están más o menos normales.  Todavía estamos medios podríos y tratando de echar pa’lante. 

El camino es largo.  Por eso, hay que comer saludable, orgánico en la medida que se pueda, sembrar un huerto si te acuerdas para descansar de los pesticidas y otros, descansar, cosa que nos olvidamos, coger la vida más en en broma, darse la vueltecita por la playa a respirar aire fresco y proseguir la marcha con la sombrilla en mano, por si acaso, entre mongas y despistes…






miércoles, 6 de abril de 2011

El Mar

El 21 y 22 de septiembre de 2010, víspera del Grito de Lares, se fundieron colores que asomaron alguna esperanza a nuestro atribulado pueblo.  Ese día 21 contemplaba el mar en mi hora de almuerzo.  Estaba revuelto, con olas de “surfer”, oloroso a salitre, mágico, “endrogante”… 

Llevaba quizás diez o quince minutos en el viaje, cuando veo camisas anaranjadas frente a las escalinatas Norte del Capitolio.  Pensé que era una mini concentración de algunos obreros descontentos, o trabajadores del Capitolio o de esos alcahuetes que se ponen las chamarras cuando se les ordena que lo hagan.

Pues ninguna de las anteriores.  A la distancia, comenzaron a sonar bocinas que parecían vuvuzelas “king size”.  También, guaguas y carros amarillos a un lado de los dos carriles; en el otro carril habían carros anónimos en medio de un tapón, mentando la madre quizás.  Por un altoparlante de uno de los vehículos amarillos, se escuchaba a un hombre decir que era el último día de la Marcha o Cruzada de la Esperanza de Hogares CREA y que le daba las gracias a un legislador cuyo nombre ya olvidé ya que no es de aquellos de primera plana. 

En una plataforma llevaban tres carros nuevos que se iban a rifar junto a un cartelón que anunciaba la lista de premios de consolación que oscilaban desde televisor plasma, computadora y demás.  Estas rifas son comunes en nuestra Isla y sirven para recaudar fondos y de paso dar a conocer la Institución. También son características de CREA la venta de bolsas plásticas, los polvorones y los bizcochos que siempre me pregunto si se venden o no ya que con lo prejuiciada que es la gente pueden pensar que el ex-tecato quizás le pegue algo si le compran algo.

De repente, me vino a la mente el nombre de CheJuan, creador de CREA, valga la redundancia, que al igual que el otro Che (Guevara) fue un revolucionario, pero de otro tipo.  Hace años que existe el Hogar CREA, desde que tengo uso de razón, y aunque criticado por algunos o muchos, entiendo que ha salvado a unos cuantos de las garras de las drogas.

Pues volviendo al evento, comencé a ver más camisas anaranjadas que se fundían con el amarillo de los vehículos.  Mi viaje sideral en compañía del mar se había interrumpido.  Los participantes de la marcha en su mayoría eran jóvenes ex-adictos y del género masculino.  Todos los que vi eran típicos puertorriqueños en apariencia física, no había ni un solo blanquito con ojos claros; yo era la nota discordante en este evento.  De cada diez, tres o cuatro fumaban según mi percepción; asumo que ese vicio les apaga el otro.  Yo quería que me vieran contemplando el mar, me imitaran y se “endrogaran” con el salitre, el viento, las olas embravecidas y soltaran el cigarrillo.

De momento, se acercó un grupo y dos de ellos comenzaron a pelear por motivo de un padrino de Coca Cola.  Por lo que pude entender, uno le reclamaba al otro que le había pegado el “pico” demasiado a la botella y había tomado demasiado.  Tenían tela de abogados, por lo visto. Pensar que quizás hace seis meses atrás la discusión pudo haber sido por una jeringuilla de heroína.

Me alejé un poco de la discusión y seguí embelezado con el mar.  Estaba parado en una columna o muro y lo veía en todo su esplendor. Quería volar como gaviota, aunque fuera por un rato.  De momento, pasó otro grupo y uno de ellos me dijo: “No te tires!”  Me quedé mirándolo mientras pasaba y pensando en el sentido de humor reflejado.  Él siguió su paso y de momento se volteó y me miró con cara pícara.  Tela de comediante, sin duda.

Luego de que el muchacho me salvara del “suicidio”, decidí sentarme y dejar a un lado la imagen de Jesucristo Salvador del mundo.  Una quinceañera, trigueñita, de piel cobriza, se me sentó como a ocho pies.  Cantaba mientras oía su radio con audífonos, estaba en su viaje también.  Se le aproximó minutos después un muchacho de CREA tomándose su Malta, bebida refrescante que revive hasta a un muerto.  Ella, con sándwich en mano, le hacía bromas y le decía que ella no fue quién lo mando a fumarse la colilla de marihuana, etc... etc.… Entrábamos en ese entonces en diálogos “underground” que mis oídos vírgenes no están acostumbrados a escuchar muy a menudo.  Pensando ahora, quizás la nena tiene tela de sicóloga y estaba, a su modo, ayudando a su pana.

Al otro día, el 22, anunciaron una marcha de la UIA, organización que agrupa a los obreros de la “Autoridad de Acueductos y Alcantarillados”.  Pasarían por el Capitolio y de ahí a la Fortaleza.  Eran muchos también, en este caso verdi- blancos, como la bandera brasileña.  Estos, contrario a los de CREA, no venían en son de paz, sino de lucha.  Venían a hacer valer sus derechos y su convenio colectivo, aunque les costara cabezas rotas por parte de alguna macana policiaca. 

Al salir a la calle al mediodía, como preso que sale a la libre comunidad, escuché la voz del presidente del Senado dirigiéndose a los manifestantes. Les prometió defenderlos para garantizarles su empleo y condiciones de trabajo.  Ellos, acostumbrados a la pelea y a la confrontación, no tuvieron otra alternativa que aplaudir y quedarse pasmados.  Sin poder predecir qué pasará mañana o si se cumplirá la pronesa, su líder propuso suspender la protesta a la Mansión Ejecutiva, en un acto de reconciliación y tregua.  Se marcharon satisfechos la mayoría,  aunque no les niego que uno de ellos profirió sapos y culebras cuando me pasó por el lado, acostumbrado al conflicto y molesto a saber porqué.  Quizás no creyó lo que escuchó…

En resumidas cuentas, esos dos días, por par de horas apenas, se fundieron el azul y blanco del mar y el cielo, el anaranjado de las camisetas de CREA y el amarillo de sus vehículos, el verde-amarelo de la UIA, el color mármol del Capitolio y el verde de las palmeras y las playeras.  Fusión de colores, de unión, que asomaron algún rayo de luz y esperanza, que quizás fue momentáneo. Esperemos que no…

De mi parte, por el momento y por siempre, buscará refugio en el mar y espero no me vuelvan a interrumpir.
24 de septiembre de 2010