Hoy, a raíz del incidente en que se vio involucrado un legislador, surgen mensajes genéricos y prefabricados en contra de la violencia contra la mujer. Los mismos se basan en clichés reciclados sin base racional. Los políticos y la prensa los emiten como muñecos de ventrílocuos, repartiendo moral con toques de hipocresía.
La violencia entre parejas no debe existir pero hay qué definir qué es violencia. ¿Es violencia que un hombre asesine a su esposa con un machete? Sin duda. ¿Es violencia que una mujer cachetee a su marido si este se liga a una rubia en la playa? Quien sabe. ¿Es violencia si un hombre arrolla a su pareja y la deja sin piernas? Sin duda. ¿Es violencia si ante el stress económico de la pareja la discusión escala y vuela por el techo un carajo? Quien sabe.
Ser figura pública tiene su precio. Puede la persona cuidar su imagen, ser un Ironman del deporte, educado, hábil ante el sagaz micrófono del incisivo periodista, pero si la suegra marca el 343-2020 o el 911 y lo chotea, le pudiese vaciar las gomas de su bicicleta política.
Las alegadas palabras soeces proferidas son sujetas a credibilidad, a que un polígrafo objetivo lo determine o a sentar a un tercero, que en este caso es una pequeña víctima de cinco años que presenció el alegado evento.
En caos como estos, hay que irse mucho antes. Mucho antes de que la testosterona te nuble la psiquis, te agite el ventrículo derecho y te cuque la lengua. La prudencia y la discreción, baluarte de los políticos a la hora de hablar, puede sucumbir en un momento de pasión, de emoción y de discusión.
Pero, incidentes aislados son incidentes aislados. No son correctos, pero son aislados. Las personas, lejos de ser referidos a un F.E.I. o sentados en un cuartel, o pedirles que se retiren del ruedo político, deben ser referidos a profesionales de la salud mental, para bregar con su pareja, o para largarte de la casa si es el caso y bregar con la situación.
Los latinos, hombres y mujeres, somos bravos, temperamentales, mezcla de razas, creando una especie de pitbull que puede ser muy cariñoso o muy destructivo. No estamos hablando de un suizo en los Alpes, estamos bregando con boricuas en el tuétano de la violencia, de la droga, de los asesinatos, de la problemática económica y de los entuertos políticos. A eso, añádele ser padre, modelo a seguir, profesional y etcétera, etcétera. A eso, añádale que se te olvido hablar con tu pareja, a sacar tiempo, a verla como una amiga, o viceversa, como tu amigo. No es difícil perder la chaveta, pero muy fácil perder tu status de prominente ante los buitres que asechan.
Palabras soeces, se dicen en las películas de Hollywood, en los juegos de baloncesto cuando el fanático le grita al arbitro, los adolescentes las dicen en cada oración porque es cool, así que la ambigüedad nos permea y nos confunde. El techo de cristal es latente.
Aparte, en medio de una discusión en escalada, en avanzada, en plena campaña, hay que contar hasta diez, y montarse en la bici, para evitarse problemas. A veces es lo menos querido, pero lo inevitable.