martes, 15 de enero de 2013

Corbata

La colección de corbatas que tengo es grande, extensa, de todos los colores y formas.  Algunas las desprecio, otras las miro con nostalgia y otras acepto que me atraen.  Hace una semana las uso en ánimo de comenzar un 2013 positivo y lleno de expectativas.  Claro, la corbata destila elegancia y status, no lo niego, y el uso de ella es parte de ser abogado.  Pero, luego de una semana en labores de oficina, lejanas a tribunales y de contacto con personas, me cuestiono el uso de ellas.  Claro, siempre puede existir esa casualidad única de que te encuentres de momento con alguien y tu corbata luzca y luego ese que te encontraste le comente a un tercero y quizás a un cuarto de que te vio y que lucías regio con esa corbata inmaculada. 
Pero, te admito que la corbata choca con mi espíritu rebelde y guerrero que se esconde detrás de una fachada tranquila y sosegada.  Es como el pelo que luzco ahora, corto y peinado, pero con ansias de que fuera largo y de tipo hippie de los 60.  Es como mi cuerpo sin tatuajes que anhelan tener algunos, o muchos, solo para ser rebelde e ir a tono con mi carácter interno.
Pues las corbatas me acompañan por siete días corridos y comienzan a ahorcarme y mi rebeldía se jamaquea y la mano derecha me tiembla y la izquierda se contorsiona en miras a desencadenar la jodida corbata del jodido cuello.  Si, porque no estoy en el tribunal, ni en una gala, ni visitando a un cliente.  Estoy yo, solo, en una oficina escribiendo escritos legales y la corbata como que me invade en un lugar que no la amerita.
Y, no tengo nada en contra de las corbatas, prueba de ello es que las he ido coleccionando, pero todo tiene su momento y ahora no es el momento.  Bueno, quizás usarlas de vez en cuando para que no se me olvide como hacer el nudo, o impresionar a alguien que hacía tiempo no veía para que se lo diga a un tercero  y quizás a un cuarto, o quien sabe, para subirme un poco la auto-estima.  Pero, ahora, el usarla todos los días, en mi situación actual, atenta contra mi espíritu, contra mi rebeldía, y desentona el lugar y espacio que me toca vivir en este momento.  Mañana, ya veremos.

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