miércoles, 17 de junio de 2015

El y Ella

Renazco cada vez que llegan, con esas sonrisas pícaras, con ese alboroto juguetón.  Esa niña carmesí, de dulzura sin fin. Y él, el italianísimo, temperamental y de corazón del tamaño del planeta Urano. Ella, con su pincel y crayón en mano, y él con su enciclopedia ambulante de datos de soccer en ese cerebro privilegiado.  Ella, en esa aventura perenne, de jugar con la arena del mar y treparse en árboles insospechados y misteriosos. Y él, saboreando hamburguesas y pizza, y limonada, y ella con aceitunas y queso muenster a tutiplén.  Continuará este relato... de la vida de mi hijo y mi hija, continuará.

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