Hunza se había refugiado en un castillo. Era un momento de retiro. Pensaba en ella en las madrugadas, en Alana. Apenas la conocía, y pensaba en ella a veces. Pero Hunza estaba prevenido. Sabia que las brujas perversas tomaban rostros bellos para confundirlo y destruirlo. Hunza había aprendido su lección y ya no sería presa. Su destino era otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario