viernes, 1 de febrero de 2013

Cárcel

¿Qué es la cárcel? ¿Qué conlleva? ¿Será privación de libertad física, sujeta a peligros inesperados en una institución penal, de ser abusado y marginado y que te quieran arrebatar  tu integridad personal?  Preso, ¿y qué es eso? Algunos, cuando entran en la cárcel, al tiempo, se rapan la cabeza y usan anteojos negros y se convierten al Islam. Otros, se tatúan de verde, creando aspectos de lagartos malnutridos, sin querer tener personalidad y enamorados de la maldad. 
Caer preso, es el precio a pagar por tu error, por tomar la decisión incorrecta, de halar el gatillo sin necesidad, de violar a la mujer sin conciencia, de no pagar a tus hijos la pensión alimentaria o hacerte rico a costa de la droga colombiana, peruana o sintética de laboratorio boutique artificial. 
El mameluco presidiario puede ser anaranjado, o chinita como dirían algunos, dando un toque de irónica y sarcástica alegría al famélico cuerpo fantasmal. O puede ser color crema, para que se confunda con uniforme de cadete policial o con la arena del mar. O azul, para distinguirte del grupo o ir al mitin político de ese partido particular.
A los mejorcitos, a los que se portan bien, le dan ronditas para que corten grama o tiren brea en algún lugar de la vecindad.  Aprovechan su tiempo y miran el azul del cielo, las nubes algodonadas y  algún culo de alguna  buena hembra que al pasar los ignora sin mucho pensar.  Viven en silencio, en espera de volver a sus cubículos de rejas, en donde oyen gritos y voces en las noches que les arrebata su poca paz.
Y me pregunto, ¿hay otras cárceles, aparte de las de cemento custodiadas por guardias de índole paramilitar? Que tal la cárcel del trabajo, en donde algunos están en contra de su voluntad. Aquellos con potencial, ganando un salario por necesidad, y presos de la ansiedad por ser algo más.  Presos de un horario inflexible, de vivir encerrado en una modesta oficina, de restricciones de expresión, de pedir permiso, y de fingir cierta alegría o bienestar.
¿Y el ego y el prestigio, son cárcel al igual que las demás? Quizás, el ego excesivo te priva de ser quien eras, de dar la mano a quien te la dio, te priva de salir de tu mundo para comprender realmente el mundo del otro y te hace preso de vivir actuando, saludando, sin dirección, sin humanidad, sin sensibilidad.
Puedes ser preso del silencio, de la excesiva tranquilidad, que te lleva a vivir pasmado, en transe que no se inmuta, y necesita aliarse al mar o a la luna para reaccionar. 
Puedes ser preso de la soledad, que te induce a la neurosis, que te aleja de los demás, y se satisface solo del hermetismo, la rutina y la oscuridad.
Puedes ser preso del desinterés, de la falta de ánimo y de no querer continuar.  O al contrario, preso de la excesiva motivación y alegría que te disfraza y no te permite sincerarte con lo que eres y serás.
Puedes ser preso de no sentir la inocencia de un niño, de molestarte con la risa que éste emite, o de la voz muy alta que desafina y que tú no toleras.  Si, porque atenta contra tu decisión de no ser padre y te lleva a vivir en esa cárcel de no asumir esa responsabilidad, de criar y cuidar.
Y que tal el preso cuya cárcel es odiar a los animales, de tirarles el carro encima si se les cruza en la calle, o envenenarlos si osan orinarle mas de una vez frente a su puerta.  O aquellos que los dejan sin comer, sin bañar o les miran con desdén mortal. 
En fin, ser preso y estar en la cárcel se manifiesta de mil maneras.  Es una cárcel de la que nos debemos liberar, a base de ser dignos y  ser sensibles a lo que ocurre más allá de oír nuestro propio estornudar. 

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