Pásele hermanito, que se le va el avión. ¿Tiene su pasaporte mejicano? Pues no, pues ándale, no importa, si aquí no importa después que cobremos, no importa. Siéntese tranquilo y tómese ese whiskisiti Cuervo o si prefiere tómese esta cervecita helada Tecate. Si tiene hambre cómase estas chalupitas. Lupe allí le da un masaje para que vuele tranquilo. Estamos para servirle. Serán solo 2, 000 dólares adicionales a su cuenta. Sígale hermanito. Bienvenido al Aeropuerto Pancho Villa. Su vuelo sale por el “Gate” Benito Juarez. Pásele compadre.
Pues quizás no es así de jocoso, pero son asuntos que están en el aire, son asuntos contractuales ultra secretos, que solo la Agencia Federal de Aviación, y los amigotes conocen, si esos amigotes mexico-americanos y blanquiteño-boricuas que ganan en este asunto. Son asuntos públicos y privados, son públicos porque nos atañen a todos, a los empleados desplazados, al patrimonio, a las ganancias internas y son asuntos privados para los ricos capitalistas que actúan acorde con la ganancia que el negocio les deja.
Pero, más allá de si es asunto público o privado, más allá de si la alegada palabra del pueblo de Puerto Rico está en juego al dejar sin efecto el firmado contrato, está el costo político que se va acumulando como bola de nieve. Por eso, si fuera yo, tendría 24/7 mi termómetro en mano midiendo la temperatura del pueblo que es el que elige a uno y luego elige a otro en este país de vaivenes constantes.
Es un termómetro que mide la simpatía, si porque para gobernar hay que ser simpático y no me refiero a la simpatía de enseñar las muelas, colmillos y etcera blanca a las cámaras. Es una simpatía necesaria, nada fácil, es una que se moldea acorde con rasgos de líder pero siempre tocando el tambor de los grupos que dictan y que se oponen.
Y. es cuestión de lógica mi hermano. Si, prendes el fotuto radial y te critican un paso, y prendes el fotuto televisivo y es igual, de que vale que le preguntes a tu asesor ñemerson para que te diga que la palabra de la isla de Macondo está en juego y empeñá. Señor, sea simpático, salga a la calle, prenda el dichoso termómetro que mide a las masas. De lo contrario, se le fundirá el aparato y se le creará una especie de lapso mental eterno donde solo responderá mediante acciones erráticas, propias del sinsentido y de la brújula apagada, que te llevará en cuatro años a algún Bufete o catedra universitaria que te adopte a ti y a tu termómetro desprogramado.
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