Me visitas, me sonríes, me das un beso tierno. Te alejas, me ignoras. Vuelves, sin yo llamarte, tocas a mi puerta, dices que me buscas, que has llegado para quedarte. Te marchas, en la brisa mañanera, cuando apenas me destapo de mi sabana blanca. Vuelves y llegas en la noche oscura y provocas en mi pasiones intensas. Y en la mañana, te marchas con el Rocío sublime que aparece. Así eres tu, amor rebelde.
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