miércoles, 13 de julio de 2016
cuarzos
Froto el cuarzo blanco sobre su pecho. La muerte estaba cerca. Era un muerte blanca, seductora y amiga. Le anunciaba el instante de la vida nueva. Frotaba el cuarzo rosado, ese de lluvia y melancolía. Ese que no tenía palabras, solo lagrimas por la mejilla. Frotaba el cuarzo anaranjado, ese que desafiaba la religión misma. Cuarzo de placer y sexo, de camino desconocido. Frotaba el cuarzo azul, de turquesa milenaria que corría por sus venas frías. Ese cuarzo de iluminación, de ascender al cielo mismo. Froto los cuarzos juntos, ignorando la ignorancia que yacía, esa que no tiene alfabeto, ni verbo, ni la nada misma.
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