viernes, 8 de julio de 2016

La chica que casi no me habla

Esos canales de comunicación, obstruidos, matizados por siluetas de aire, redondos y cuadrados, de mar profundo, de nadar a ratos, de brincar por prados de hielo, cabildeando amores insensatos, jugando a imaginación de mariposas fugaces, creando ramas de árbol gigante, de rutina que no acaba, de querer llegar a aquello que era, saboreando miel dulce y yogurt organico de vainilla, esperando verte mañana y sino luego, cayendo de bruces al no verte, cabizbajo sin quererlo, empeñado en tenerte, saboreando piñas coladas o limonadas, en rutina helada, de querer volar con esa chica que casi no me habla, insensato, con la mente clara, sin rumbo fijo, cayendo de bruces, cabizbajo sin quererlo, rompiendo rutina ordinaria, tratando de que el pelo crezca a largo e ignorar la rutina insensata, oyendo la lógica lejana, que a veces aburre y a veces entretiene, en esa rutina helada, que no me deja volar a tierras lejanas, y en bailes exóticos de bailarinas no presentes, oyendo bobadas, en esa rutina helada, de repetición insensata, esperando a la chica que casi no me habla, que quizás vea el martes o me la encuentre en un sueño insensato, de miradas lejanas, de comunicación insensata, sin vínculos cercanos, en esa rutina helada e insensata, que no me deja viajar a tierras lejanas, en vuelo lejano, insensato pero no helado, esperando ver a la chica que casi no me habla, en cambios de tormenta, de caída lejana, de rutina helada, de viajes de vuelo, en rumbos sin rumbo, cayendo de bruces, y cabizbajo, esperando a la chica que casi no me habla.

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