El se escondía detrás de sus versos. Esos versos de flecha, de relámpago de llegar a ella. Era un verso tenue pero apasionado, un verso vivo, del alma. Ella se escondía detrás del verso que leía. La entretenía y lo unia a el. Eran versos que servían de puente, al mundo separado de ambos, mundos que de momento se convertían en uno solo.
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