Hunza había sido hechizado para bien y para mal. Para bien por la doncella. Para mal, por innumerables brujas y brujos. Varios Angeles y duendes lo protegían. Hoy Hunza se deshizo de la vasija de cristal, que lo había cortado hace unos días. Y así rompio parte del maleficio. Hunza debía tener cautela. No precisar sus pasos. Solo la doncella, los Ángeles, los duendes y slgunos seres tatuados sabrían su paradero.
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