Suelto las riendas de mi bote, tiro los remos, dejo que la vela resurja ante el viento ligero. Me acuesto, pienso y siento. Sacudo el alma, la dejo tranquila, la aquieto en palpitaciones serenas y dulces. Me dejo llevar, en ese fluir de marea tenue, sin remos, solo llevado por la vela y por el viento ligero.
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