viernes, 24 de junio de 2016

puerta marchita

Ella pensó todo era igual, que todos eran igual. Esos iguales llanos, de lenguaje pequeño, esos que hablan lindo buscando el sexo. Ella caminaba por la playa de su mente libre, tocando las olas de su alma viva. Y ellos tocaban a su puerta marchita y ella actuaba y decía aun no estoy lista, vengan luego cuando me bañe y me ponga ropa limpia. Y ella sabia que eran iguales, tuviese ella ropa limpia, sucia o de seda de la China. Y un día conocio a alguien, ese que había visto sin haberlo conocido, ese desdoblado en el tiempo de la tristeza y la alegría. Caminaba lento, pausado, guiñando ojos a mujeres lindas. Ese, el visto sin haber conocido, parecía distinto, mas dado al pensamiento que al sexo mismo. Y ella se adentro a su alcoba, cerro la puerta marchita y se puso ropa limpia. Y el toco a la puerta en busca de ella, de su pensamiento, de su belleza escondida.

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