Noche sublime, viernes, quizas hace tres semanas, de tragos y lujuria para algunos, para mi de trabajo. de espera. Espero en la soledad del momento, tranquilo pero inquieto. Guardo reposo, la adrenalina guardada, en un frasco imaginario.
Pasan los segundos, los minutos, las horas, mi mente fluye, hilvana, espera y desespera, y se calma. Estacionamiento gigante, megatienda que me acompana, luces de postes sublimes paralizados en el tiempo.
Minutos antes me habia deleitado con suchi, observando a una rubia y a una pelinegra. Ambas empleadas mal pagadas y ubicadas en un lugar que no les corresponde. Suchi sagrado, salpicado con dip de anguila, que enciende mis pupilas en el deleite de ambas.
Los amigos no llegan, me marcho, no tan contento como quisiera, la velocidad del auto me acompana y el sonsonete de Alejandra Guzman me irradia. La energia vital desencadena mi alma y mi mente trata de decidir entre el frenesi o la calma.
Parque de balompie, pista de correr con pocas almas. Algunas familias y atletas, el campo es mio para lo que me plazca. 8:30 P.M., y las katas de karate comienzan sin plan ni trama. Heian shodan, ni dan, san dan, jon dan, go dan, teki shodan, basaidai, empi, hangetsu, gion, gite, basai sho, empi, soshin, hangetsu, y las demas. Luego a repetir, heian sho dan, ni dan y las demas. Y a repetir. Sin contar, sin prisa y sin pausa. 5, 10, 15, 20, 25, 30. Para que contar, para que pensar.
La gente, poca, circula la pista, los de roller derby con sus patines, los baloncelistas, azoto el travesano del gol con algunas patadas, me llaman la atencion, 5, 10, 15 para que contar, para que pensar. Sudo, libero mi ser, de los clientes, de los amigos, de aquel que no tiene tiempo para escuchar.
30 katas, sin contar, me sirven para volar y liberar y olvidar.
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